sexta-feira, 4 de junho de 2010

306 - HISTÓRIA DE ROMA

Historia de Roma
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Planta medieval de Roma.La historia de Roma se puede dividir en prehistoria, Roma Antigua, Roma Medieval, Roma Moderna y Contemporánea; o bien en Roma Antigua, Roma Pontificia y Roma italiana contemporánea.

Sin duda el período más fecundo de la historia de Roma en términos políticos, económicos, sociales y culturales fue su desarrollo en la Antigüedad. Fue la cabeza de un gran estado imperial y sede de una nación establecida en tres continentes. En su momento de mayor desarrollo el imperio creado por Roma alcanzó los 3,5 millones de kilómetros cuadrados y unos 70 millones de habitantes, entre ciudadanos y no ciudadanos. Roma fue, y sigue siéndolo, una de las ciudades más importantes de la historia. Se le ha llamado la “Ciudad Eterna”. Roma, junto a Grecia, ha sido la madre cultural de las modernas nacionalidades occidentales.

La historia posterior de Roma, sea en la Edad Media y en las épocas sucesivas, presenta un carácter más bien comunal, localista, y está casi siempre ligada a la historia del Pontificado, la de Italia y la de pueblos, reinos, imperios que intentaron (lo hicieron en ocasiones) ejercer dominio sobre la ciudad.

Contenido [ocultar]
1 El surgimiento de Roma
1.1 Fundación de Roma
2 La Monarquía romana
3 La República romana
3.1 Gobierno y sociedad de comienzos de la República
3.2 El poder militar romano
3.2.1 Roma conquista Italia
3.2.2 Roma conquista el Mediterráneo Occidental
3.2.3 Roma conquista el Mediterráneo Oriental
3.3 La cultura romana se heleniza
3.4 El fin de la República
4 El imperio romano
4.1 La romanización de Occidente
4.2 La evolución social durante el imperio
4.3 La crisis del siglo III
4.4 La decadencia
4.4.1 El final del Imperio Romano de Occidente
5 El legado cultural de la Roma Antigua
6 Antigüedad Tardía
6.1 Guerra Gótica (535-552)
6.2 Roma bizantina (552-727)
6.3 Lombardos (568-774)
7 Alta Edad Media
7.1 Roma Pontificia (desde el 727)
7.2 Imperio Carolingio (774-843)
7.3 La nobleza feudal romana y el "Siglo de Hierro del Pontificado" (siglo X)
7.4 El Sacro Imperio Romano Germánico y el cesaropapismo medieval (desde la segunda mitad del siglo X)
8 Baja Edad Media
8.1 Gregorio VII (siglo XI) e Inocencio III (siglo XII): la teocracia pontificia universal
8.2 Los movimientos comunales populares de la Baja Edad Media: la Comuna Romana
8.3 Roma, centro de peregrinación medieval
8.4 El cautiverio de Avinón y la aventura de Cola di Rienzo (siglo XIV).
9 Época Moderna y Contemporánea
10 Bibliografía
11 Referencias


El surgimiento de Roma [editar] Fundación de Roma [editar]Artículo principal: Fundación de Roma
La tradición clásica expresa que se fundó en el 753 a. C. a orillas del Río Tiber por Rómulo y Remo. Lo que en verdad se sabe es que Roma fue fundada en forma progresiva por la instalación de tribus latinas en el área de las tradicionales siete colinas, mediante la creación de pequeñas aldeas en sus cimas, las que terminaron por fusionarse (siglo IX y VIII a.C). La historiografía contemporánea considera errónea la antigua tradición romana de atribuirle la fundación a un único personaje como fue Rómulo, y más histórica es la figura del rey etrusco Lucio Tarquinio Prisco quien le dio a Roma una verdadera fisonomía ciudadana gracias a su obra urbanizadora (finales del siglo VII a.C).

La Monarquía romana [editar]Artículo principal: Monarquía romana

Rómulo y Remo.La monarquía romana (en latín, Regnum Romanum) fue la primera forma política de gobierno de la ciudad-estado de Roma, desde el momento legendario de su fundación el 21 de abril del 753 a. C., hasta el final de la monarquía en el 510 a. C., cuando el último rey, Tarquinio el Soberbio, fue desterrado, formandose la república romana.

Aunque los orígenes de la ciudad son imprecisos, parece claro que fue la monarquía la primera forma de gobierno de la ciudad, un dato que parecen confirmar la arqueología y la lingüística. La mitología romana vincula el origen de Roma y de la institución monárquica al héroe troyano Eneas, quien, huyendo de la destrucción de su ciudad, navegó hacia el Mediterráneo occidental hasta llegar al territorio que actualmente corresponde a Italia. Allí fundó la ciudad de Lavinium, y posteriormente su hijo Iulo fundaría Alba Longa, de cuya familia real descenderían los gemelos Rómulo y Remo, los fundadores de Roma.

Después de ser fundada por las tribus latinas de la región, la ciudad fue conquistada por otro pueblo itálico más avanzado: los etruscos. Este pueblo imprimió a Roma un sello cultural indeleble e hizo crecer la ciudad. Los etruscos legaron a los romanos sus conocimientos de ingeniería, su arte y el uso del alfabeto (que a su vez habían adaptado de los griegos). En esta época Roma fue gobernada por una serie de reyes de esa nacionalidad, siendo el más notable de ellos Servio Tulio (s. VI a.C), el cual dotó a Roma de importantes instituciones sociales y rodeó a Roma de un cinturón amurallado que se mantuvo por varios siglos (las murallas servias). El último rey etrusco fue Tarquinio el Soberbio, un verdadero tirano, cuyos abusos originaron la revolución de la nobleza romana en el año 509 a.C., expulsando a los etruscos y fundando la República.

De la dominación etrusca Roma salió convertida en una ciudad-estado semejante a las polis griegas. Con el tiempo Roma se convertiría en un estado territorial.

La República romana [editar]Artículo principal: República Romana
La República (509 a. C. - 27 a. C.) fue una etapa de la antigua Roma en la cual la ciudad de Roma y sus territorios mantuvieron un sistema de gobierno ejercido por magistrados electos por asambleas de ciudadanos, en el contexto de un estado de derecho.

Gobierno y sociedad de comienzos de la República [editar]La monarquía romana fue abolida el 509 a. C., y sustituida por la República. Una característica del cambio fue que la administración de la ciudad y sus distritos rurales quedó regulada por el derecho de apelar al pueblo contra cualquier decisión de un magistrado concerniente a la vida o a las leyes (Derecho jurídico).

La administración ejecutiva quedó dotada de imperium o poder omnímodo, el cual tenía un origen religioso que arrancaba del propio dios Júpiter. Los magistrados dotados de imperium -cónsules, pretores y, eventualmente, los dictadores-sólo lo ejercían extra pomoerium, es decir, fuera de las murallas de Roma. En consecuencia, tenía un carácter esencialmente militar. En la ciudad, mientras ejercían sus funciones civiles, los magistrados estaban sometidos a limitaciones legales y controles mutuos.

En esta etapa el gobierno de la ciudad estuvo en manos de las clases más ricas y nobles. Roma nunca llegó a ser una democracia como en Atenas, debido a que las clases populares tenían escasa cultura cívica y delegaban siempre en la nobleza (los patricios) la solución de las cosas de la ciudad. La República mantuvo siempre un gobierno oligárquico y plutocrático. Las veces en que el poder popular intentó, acaudillado por algún líder carismático (salido siempre de la aristocracia) competir de veras con la nobleza, fue derrotado en toda la línea (como fue la tentativa de los hermanos Graco, a finales del siglo II a.C).

En un comienzo sólo los patricios tenían derechos ciudadanos. Ellos formaron una serie de asambleas que elegía los diversos cargos de gobierno. Estas asambleas romanas fueron llamadas comicios. Los comicios romanos elegían en forma anual las diversas magistraturas de gobierno: los dos cónsules (que detentaban el Poder Ejecutivo y dirigían el ejército), y otras magistraturas (pretores, censores, etc). Junto a los comicios existía un poderoso cuerpo de gobierno llamado el Senado. El Senado estuvo formado por los patricios más importantes de Roma y era la institución que verdaderamente gobernaba la ciudad, sobre todo en materia de política exterior. Sus miembros no eran elegidos, si no que ingresaban por derecho propio y eran vitalicios.

Más abajo en la escala social se encontraban los plebeyos. Los plebeyos, que en un comienzo eran de origen extranjero, se dedicaban a la artesanía, la agricultura, el comercio y los servicios en general, no tenían derechos cívicos. Generalmente, se reconocían como clientes de algún patricio: los plebeyos recibían protección a cambio de servicios.

La situación social iría cambiando con el correr de los siglos.

La necesidades defensivas de Roma obligaron a los patricios a admitir en el ejército a los plebeyos, y luego a otorgarles derechos cívicos. Los plebeyos obtuvieron el derecho a voto en los comicios y el derecho a ser elegidos para las diversas magistraturas. De esta forma fueron obteniendo la igualdad política. A fines del siglo V a.C. los plebeyos más ricos y destacados pudieron ingresar al Senado.

A mediados del siglo IV las desigualdades políticas entre los romanos se habían borrado, pero seguían existiendo las diferencias sociales y económicas, que a la larga nunca pudieron ser superadas y se agudizaron aún más. La mezcla de los plebeyos más ricos con los antiguos patricios formó una nueva aristocracia: la aristocracia patricio-plebeya. Esta clase será la que gobernará Roma hasta fines de la República.

Progresivamente Roma irá haciendo extensiva la ciudadanía a los habitantes de las provincias conquistadas, lejos de quedarse desierta como Esparta, la nación romana irá creciendo.

El poder militar romano [editar]La Roma republicana fue un estado guerrero. La base de su poder fueron las legiones romanas. Las legiones de la época republicana eran unidades semejantes a los actuales regimientos de infantería formadas por ciudadanos-soldados. Las necesidades de asegurar sus fronteras, conquistar nuevas tierras para instalar a sus ciudadanos y dedicarlas a la agricultura, defender a sus aliados, expandir su comercio, o la simple gloria militar, incitaron a los romanos a la expansión geográfica. Esto convirtió a la ciudad en un estado territorial y luego en un vasto imperio.

Roma conquista Italia [editar]Al comenzar la conquista de Italia ésta carecía de unidad en todos los sentidos. Una serie de pueblos-los itálicos-jalonaban la península de norte a sur. Roma emprendió largas campañas militares contra estos pueblos, derrotándolos e incorporando sus territorios al Estado; pero a la vez estableció sólidas alianzas políticas y militares con ellos, lo que permitiría su futura fusión. En primer lugar, los romanos invadieron la Etruria, y, dirigidos por el dictador Camilo se adueñaron de la ciudad de Veyes (395 a.C) tras un largo asedio. Luego, vencieron a la liga latina (338 a.C). Más larga y dura fue la lucha contra las tribus samnitas de la Campania; tras una serie de campañas, con victorias y derrotas por ambos lados, el cónsul Curio Dentato obtuvo la sumisión del Samnio (finales del siglo IV). Distinto le fue con los galos, campaña en que Roma estuvo a punto de sucumbir (390 a.C)): una banda de galos senones,dirigida por Breno, descendió de la Galia Cisalpina, derrotó al ejército romano, tomó la ciudad y la saqueó. Este primer "saco de Roma" tuvo como consecuencia la reorganización del ejército, lo que permitió al Estado reiniciar su política expansionista en breve. A comienzos del siglo III a.C Roma se enfrentó con las ricas ciudades griegas del sur de Italia, y a pesar de que éstas llamaron al general Pirro, discípulo de Alejandro Magno, en su defensa, terminaron por ser avasalladas por la nueva potencia. A mediados del siglo III a.C. Italia había sido conquistada por Roma.

Roma conquista el Mediterráneo Occidental [editar]Los romanos tuvieron que enfrentar a la República de Cartago (siglos III y II a.C.). Cartago era un poderoso puerto fenicio ubicado en la costa de Túnez, en Africa. Se dedicaba al comercio marítimo. Roma y Cartago se enfrentaron en tres cruentas guerras llamadas las guerras púnicas).

En la primera guerra, a raíz de la hegemonía en Sicilia, Roma se vio en la necesidad de luchar por mar con Cartago, a la cual venció. Dirigidos por Lutacio Cátulo los romanos vencieron a los cartagineses en las islas Égates: Roma quedó dueña de Sicilia (241 a.C), y posteriormente de Córcega y Cerdeña.

En la segunda guerra (empezada hacia el 220 a.C) Roma estuvo a punto de ser vencida y aniquilada por Cartago, la cual, dirigida por el famoso general Aníbal atacó a la República en pleno corazón de Italia. Roma sufrió las peores derrotas militares de su historia (batalla de Trebia, Tesino, Trasimeno y Cannas, entre 217 y 216). La República encontrará en la figura de Escipión el Africano al guía que enfrentará a Aníbal. Durante esta guerra comenzó la penetración de Roma en España y la Galia transalpina. Finalmente, Escipión llevó la guerra a la propia Túnez, donde derrotó en forma inapelable a Aníbal en la batalla de Zama (202 a.C). De golpe el imperio cartaginés pasó a manos de Roma, la cual se transformó en la potencia dominante en el Mediterráneo Occidental.

Finalmente, en la tercera guerra púnica, Roma, dirigida por el general Escipión Emiliano sitió, tomó y quemó Cartago, destruyendo definitivamente su influencia (146 a.C).

Durante el siglo II a.C Roma consolidó su presencia en España y Portugal, tomando, Escipión Emiliano, la ciudad de Numancia (133) y sometiendo a los celtíberos.

A finales de la República, Julio César, en el contexto de las luchas civiles, emprenderá la conquista de la extensa región de la Galia (actual Francia, Bélgica, Suiza, el sur de Alemania), derrotando y sometiendo a las tribus celtas (entre 58 y 51 a.C).

Roma conquista el Mediterráneo Oriental [editar]Entre los siglos II y I a.C. los romanos derrotaron y conquistaron los estados helenísticos salidos de la división del imperio de Alejandro Magno: Macedonia, Grecia, Siria, y finalmente Egipto.

El primero en sufrir los embates de Roma fue el reino de Macedonia. Los romanos, dirigidos por el cónsul Flaminio, deseosos de vengar la ayuda de ese reino a Cartago, venció a las falanges macedónicas en la batalla de Cinoscéfalos (197 a.C). Algunas décadas después, el cónsul Paulo Emilio volvió a vencer a Macedonia, la cual se convirtió en provincia romana (142 a.C).

Después le tocó el turno a Grecia. Debido al apoyo prestado a los macedonios el cónsul Mumio atacó a Corinto, la saqueó y la destruyó. Hacia 127 a.C. Grecia era una provincia romana.

En forma paralela Roma penetró en Asia Menor y en Siria. Derrotó al rey Antíoco III de Siria en la batalla de Magnesia (190 a.C). Roma erigió en Asia Menor y el Medio Oriente, a lo largo del siglo II y I a.C, una serie de protectorados que a la postre se convertirían en provincias.

La conquista del Mediterráneo Oriental se completaría con la ocupación de Egipto por obra del general Octavio, el cual destronó a su última reina, Cleopatra (siglo I a.C), mientras luchaba con su rival Marco Antonio por el dominio del Imperio.

A finales de la República se puede hablar de un imperio romano. Las provincias serán consideradas posesiones de explotación y fueron gobernadas por procónsules dotados de poderes omnímodos y cuyo único afán fue enriquecerse a como diera lugar.

La cultura romana se heleniza [editar]Durante la República se dio el fenómeno de la helenización de la primitiva cultura romano-latina. El contacto con los vencidos griegos y macedonios, cuyos territorios habían pasado a manos de la República, trajo como consecuencia la llegada de costumbres y formas culturales griegas y helenísticas a Roma. Los dioses latinos (Júpiter, Marte, etc), son identificados con los griegos, la literatura latina adquiere formas y temática griega (el teatro griego), se populariza el idioma griego entre las clases altas y se desarrolla en ellas la tendencia al lujo y al derroche, llegan a Roma profesores y filósofos griegos a enseñar, etc. Roma difundirá por su imperio su cultura, mezclada con la griega y helenística.

A finales de la República la situación social se había deteriorado bastante: las guerras de conquista produjeron grandes mortandades entre los pequeños propietarios que formaban el grueso de las legiones; su pobreza aumentó aún más debido a la acaparación de las tierras agrícolas italianas por parte de la aristocracia y por el aumento explosivo de la esclavitud. Los plebeyos, despojados de sus tierras, se convirtieron en una masa ociosa y llena de vicios que se concentró en las ciudades y fue conocida como el proletariado. Los proletarios vendían su voto a los aristócratas y ricos de Roma que participaban en la política. Los patricio-plebeyos que ocupaban el Senado, así como sus parientes, terminaron por formar una clase más y más cerrada que acaparó el gobierno y las mejores tierras: la clase senatorial.

Por encima de los proletarios se fue formando una clase enriquecida en el comercio y las guerras: los caballeros u orden ecuestre. Se mostraban resentidos con la clase senatorial y aspiraban a participar en el gobierno.

El fin de la República [editar]La República romana terminó en medio de grandes guerras civiles.

a) Situación social y política en el siglo I a.C.

A fines de la República la situación de Roma en lo social y político era muy compleja. Las diferencias sociales seguían ahondándose. Frente a la gran masa de proletarios pobres se encuentra una clase de ricos comerciantes e industriales (el orden ecuestre o de los caballeros) y otra que acapara el poder político para sí(la clase senatorial). El fenómeno de la esclavitud se da en gran escala como consecuencia de las guerras de conquista. En lo político las instituciones que servían para gobernar a Roma cuando ésta era una ciudad- estado ya no son aptas para gobernar un extenso imperio. La brevedad del mandato de los cónsules y las otras magistraturas hacía ineficiente el gobierno de extensos y lejanos territorios. Los comicios, que sólo funcionaban al interior de la ciudad, perdieron su eficacia cuando Roma se transformó en un estado territorial, pues la mayoría de ciudadanos se esparcieron por Italia y las provincias y ya no pudieron participar en las elecciones. En la práctica, los comicios se habían transformado en una asamblea corrupta formada por los proletarios de Roma que vendían su voto al mejor postor.

Por su parte, el Senado era incapaz de hacer reformas democráticas debido a su composición aristocrática y acaparaba casi todo el poder para si.

b) La intervención del ejército y los generales.

La necesidad de levantar grandes ejércitos acostumbró a los generales a ejercer el poder personal y a desobedecer al Senado. La composición del ejército había cambiado: de un ejército formado por ciudadanos-soldados, reclutados por un cierto tiempo, y leales a la República y sus instituciones, se pasó a uno formado por soldados profesionales, más leales a sus jefes que a Roma.

La necesidad de gobernar extensos territorios hizo necesaria la existencia de un fuerte poder central que la República no podía ofrecer. Los primeros que se atrevieron a ejercer el poder personal fueron los generales Mario y Sila, los cuales, apoyándose, ya sea en los elementos populares, en la clase senatorial o en los caballeros, lucharon encarnizadamente por el control de la República. Pero el primero que se atrevió sin tapujo a declarar su aspiración a la realeza fue Julio César. En medio de una gran guerra civil César venció a otros generales y echó las bases de una nueva monarquía. Mas fue asesinado por los republicanos descontentos (44 a.C.).

Estalló una última guerra civil en la cual venció el general Octavio sobre su rival Marco Antonio. Octavio asumió el título de emperador y un nuevo nombre: Augusto.

El imperio romano [editar]Artículo principal: Imperio Romano
La principal institución política del Imperio fue la Monarquía imperial, formada por el emperador, sus ministros, consejeros y gobernadores provinciales. El desarrollo de la Monarquía imperial en Roma tuvo dos etapas:

a) El Principado (siglo I y II d.C.)

También ha sido llamada esta etapa Alto Imperio. En esta etapa los emperadores mantuvieron la ficción de la existencia de la República, dejando funcionar algunas instituciones como el Senado, los Comicios y los cónsules. Pero el emperador se reservó el derecho de comandar los ejércitos y proponer los candidatos a las magistraturas y al Senado. El principal emperador del principado fue Augusto. Augusto consolidó la Monarquía imperial; él fue el "princeps", es decir, el primero de los ciudadanos, pero también el "Imperator", es decir, el jefe supremo de las fuerzas armadas, por lo tanto, el verdadero detentador del poder político supremo. Augusto gobernó directamente las provincias "imperiales"(aquellas fronterizas y con presencia militar) mediante sus legados, y en forma indirecta las "senatoriales"(las más interiores y pacificadas) a través de la gestión del Senado.

Durante el largo reinado de Augusto la cultura romana llegó a su apogeo. Augusto reforzó las fronteras del Imperio (los ríos Rin y Danubio fueron el límite norte, y los ríos Eufrates y Tirgris el límite este). Terminó con la política de “el mundo para Roma” e impulsó una nueva: “Roma para el mundo”; en otras palabras, terminó con la explotación y abusos a que estuvieron sometidas las provincias durante la República y favoreció el progreso de las mismas. Augusto favoreció las artes y las letras, protegiendo a poetas y literatos: Horacio, Virgilio, Livio, etc.

Augusto murió en el 14 d.C. y fue sucedido por su sobrino Tiberio. Bajo el gobierno de Tiberio fue crucificado en Palestina Jesús de Nazareth (33 d.C.)

Los emperadores que sucedieron a Augusto llevaron al imperio a su máxima extensión territorial. Claudio conquistó Britania (s.I d.d.C), y Trajano (siglo II d.d.C) conquistó Dacia (actual Rumania) y Mesopotamia.

Emperadores destacados fueron Tito, Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio. Otros, como Calígula, Nerón y Domiciano se caracterizaron por su crueldad y locuras.

b) El Dominado (siglo III y IV).

También ha sido llamado Bajo Imperio. En esta fase los emperadores se transforman en monarcas absolutos, toda ficción de república desaparece. El Senado mantuvo un carácter de institución asesora; los emperadores llegaron al extremo de hacerse adorar como dioses. Los principales emperadores fueron Caracalla, Septimio Severo, Diocleciano, Constantino (el primer emperador cristiano), Juliano,Teodosio. Caracalla reconoció la calidad de ciudadano romano a todos los hombres libres del imperio.

La romanización de Occidente [editar]En los dos siglos que siguieron a la muerte de Augusto el imperio realizó una intensa labor civilizadora, especialmente sobre las provincias occidentales (Galia, Britania, España). La cultura romana ya no quedó limitada a Roma e Italia, sino que se extendió hasta las más lejanas provincias fronterizas. La fundación de ciudades y campamentos militares fueron la base de la romanización. Roma impuso su idioma-el latín-, y sus leyes a los pueblos conquistados. Una red de caminos y carreteras unían a las provincias con Roma. Las provincias se llenaron con templos, acueductos, termas, basílicas y otras notables obras de ingeniería y arquitectura que se caracterizan por su utilidad, su solidez y su grandiosidad.

La evolución social durante el imperio [editar]La sociedad romana siguió evolucionando durante la época imperial. La antigua aristocracia senatorial fundadora de la República es reemplazada por una nueva aristocracia formada por romanos provenientes de las provincias y nombrados por los emperadores. Fue una nobleza imperial y cortesana. El proletariado siguió inundando como una plaga las ciudades romanas.

Las innumerables ciudades del imperio, fuese las conquistadas o las fundadas por Roma, fueron el semillero de una activa burguesía (los caballeros) y cuyos dirigentes solían obtener la ciudadanía romana; los más importantes entraban al Senado.

La esclavitud siguió siendo una plaga y sólo fue decayendo en la medida que terminaron las guerras de conquista y por influencia del cristianismo.

La crisis del siglo III [editar]Artículo principal: Crisis del siglo III
Durante el siglo III Roma sufrió una larga crisis. En lo político el trono imperial se desestabiliza, pues la mayoría de los emperadores murió asesinado o muertos en revoluciones y guerras externas.

Por otro lado el imperio debió hacer frente a fuertes presiones militares de parte de las ordas germánicas que atravesaban las fronteras del Rin y el Danubio y saqueaban las Galias y los Balcanes. Y por el este el imperio tuvo que luchar con el imperio persa de los Sasánidas, una verdadera resurrección del antiguo imperio de Ciro y Darío y que reclamaba los territorios arrebatados por Alejandro Magno y que ahora le pertenecían a Roma. La crisis tuvo un carácter económico y urbano: hubo una fuerte inflación, la moneda perdió valor, y el Estado tuvo que cobrar impuestos en especies y servicios. Producto de las invasiones y las epidemias las ciudades se despueblan y se contraen, fortificándose. Las clases altas emigran al campo y prefieren vivir en villas fortificadas.

Debido a las dificultades del Estado para cobrar los impuestos y cómo casi toda la población rehuía ciertas profesiones (cobrador de impuestos, ediles municipales, etc) el gobierno se vio en la necesidad de declararlas hereditarias, lo que contribuyó a rigidizar la estructura social.

Sin embargo, la Iglesia cristiana logró sobrevivir a las persecuciones de parte de las autoridades imperiales y pronto obtendrá el reconocimiento (libertad de culto). La religión y filosofía paganas darán sus últimos frutos, como fue la obra del filósofo Plotino

La decadencia [editar]Artículo principal: Historia de la decadencia y ruina del Imperio romano
A principio del siglo V, las tribus germánicas, empujadas hacia el Oeste por la presión de los pueblos hunos, procedentes de las estepas asiáticas, penetraron en el Imperio Romano. Las fronteras cedieron por falta de soldados que las defendiesen y el ejército no pudo impedir que Roma fuese saqueada por visigodos y vándalos. Cada uno de estos pueblos se instaló en una región del imperio, donde fundaron reinos independientes. Uno de los más importantes fue el de los francos, el cual fue la base de las modernas nacionalidades de Francia y Alemania, y del cual derivaría a la postre el Sacro Imperio Romano Germánico.

El emperador de Roma ya no controlaba el Imperio, de tal manera que en el año 476, un jefe bárbaro, Odoacro, destituyó a Rómulo Augústulo, un niño de 10 años que fue el último emperador Romano de Occidente y envió las insignias imperiales a Zenón, emperador Romano de Oriente.

Pero el dominio de Odoacro, rey de los hérulos, no duró mucho sobre Roma e Italia, pues el emperador de Oriente, Zenón, autorizó, bajo una teórica soberanía, a un nuevo jefe bárbaro, Teodorico, rey de los ostrogodos, a pasar con su pueblo a Italia a obtener nuevas tierras. Pronto Teodorico se adueñó del poder en Italia al asesinar personalmente a Odoacro en un banquete. Teodorico ejerció como "rey de Italia", y como tal fue reconocido por el emperador de Oriente Anastasio; fijó su capital en Rávena.

Teodorico gobernó sobre ostrogodos y romanos y restauró buena parte de la anterior estructura imperial, conservando la tradición clásica. Mediante una inestable alianza con la aristocracia senatorial romana de Italia y con una entente con la poderosa Iglesia Católica, Teodorico desarrolló su reino rodeándose de cortesanos romanos entre los que destacaron el ilustre filósofo Boecio y el escritor Casiodoro. A la postre, el proyecto político de Teodorico fracasaría debido a la desconfianza de la nobleza romana, las intrigas de la corte bizantina, la cual aspiraba a la reconquista de Italia, y el mutuo rechazo entre la población católica y los ostrogodos arrianos que detentaban el poder militar. El reinado de Teodorico terminaría en medio de violencias que ocasionaron la muerte de importantes ciudadanos romanos, como fue el caso del asesinato de Boecio.

El final del Imperio Romano de Occidente [editar]En el año 476 el último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo, fue destronado por los bárbaros y sus insignias imperiales enviadas a Constantinopla. El Imperio de Occidente había dejado de existir. Se intentó su resurrección gracias a la obra de Justiniano, Carlomagno y Otón I, pero estos intentos no fueron, a la larga, verdaderamente viables y sólo recogieron los títulos.

En la crisis general de las instituciones políticas y civiles de Roma las únicas que sobrevivieron sólidamente fueron la Iglesia y el Papado. De hecho, los papas de Roma, los obispos y el clero en general tuvieron que asumir, en muchos casos, funciones políticas, generalmente en defensa de la labor de la Iglesia y de las poblaciones romanas en contra del abuso de los bárbaros. De esta forma la Iglesia logró salvar una buena parte de la tradición romana, la que se incorporaría posteriormente a la Civilización Occidental nacida en Europa hacia el siglo IX.

El Imperio Romano de Oriente sobrevivió a las invasiones germánicas y existirá mil años más y jugó un importante papel en la Edad Media al civilizar a los pueblos de Europa Oriental y ser un verdadero escudo que defendió a Europa Occidental de las invasiones asiáticas.

¿Qué fue del pueblo romano? Unos pocos siglos después de la caída del Imperio de Occidente -y hasta el día de hoy- sólo se consideraba “romanos” a los habitantes de Roma y sus alrededores. Después de las invasiones la gran masa de los romanos provinciales (italo-romanos, hispano-romanos, galo-romanos, etc) terminó mezclándose con sus vencedores germánicos, lo que daría origen a las modernas naciones de Europa Occidental. La ciudad de Roma y sus habitantes, bajo la protección de la Iglesia y el Papado, sobrevivieron y jugaron un importante papel en la Edad Media y en los inicios de la Edad Moderna (el Renacimiento). Roma seguirá siendo un centro religioso, político y cultural del mundo cristiano occidental.

El legado cultural de la Roma Antigua [editar]Los legados de la Roma antigua fueron múltiples. Se pueden mencionar los siguientes:

a) El Derecho Romano: Quizás el aporte más importante de la Roma antigua a la cultura fue el Derecho Romano. El Derecho Romano es el conjunto de leyes de los romanos; estaba dividido en Derecho Civil (regulaba las relaciones entre los romanos) y el Derecho de gentes (regulaba las relaciones de Roma con los pueblos no romanos) Los principios fundamentales del Derecho Romano poseen valor universal y se han incorporado a la legislación de todos los pueblos civilizados. Entre estos se pueden destacar los siguientes 1. Las leyes deben ser públicas y escritas. 2. La ley debe proteger a la persona y sus bienes. 3. Las leyes deben considerar los derechos de las mujeres. 4. Una persona acusada debe ser considerada inocente mientras no sea probada su culpabilidad. 5. Personas de distinta posición económica y social pueden contraer legítimo matrimonio. 6. Todos los ciudadanos que forman el estado son iguales ante la ley. Importantes códigos civiles occidentales están basados en el Derecho Romano, tal como el Código Civil de Napoleón, el cual fue adaptado por otras naciones occidentales. Gracias al Derecho Romano se conservó en Occidente la idea de "estado", es decir, una entidad jurídica e institucional sobre una base territorial y poblacional distinta al patrimonio de los príncipes y reyes, y que no es divisible por herencia entre los herederos. La idea de estado sobrevivirá el período medieval y será reflotado en Occidente gracias a la acción de los reyes de las monarquías nacionales de la Baja Edad Media en su lucha contra el feudalismo.

b) El idioma romano (el latín): el latín ha dado origen a las modernas lenguas neolatinas: castellano, francés, italiano, portugués, rumano, etc. Además, el latín sirve para la nomenclatura científica, pues es el medio que sirve para clasificación de los seres vivos.

c)El alfabeto romano. El alfabeto romano, de carácter fonético, está en uso en la mayor parte del mundo, especialmente en el Occidental.

d) La idea del “Imperio”, es decir, un conjunto de pueblos bajo un mismo gobierno. El imperio ha sido la idea fuerza que ha llevado a lo largo de la historia a varias naciones y personajes a imitar a Roma creando sus propios imperios: el imperio de Carlomagno, el Sacro Imperio Romano Germánico de Otón I, el imperio napoleónico, el estado fascista de Benito Mussolini, los imperios español, inglés, francés, alemán, ruso, los EEUU, etc.

e) Arquitectura e ingeniería romana. Los romanos construyeron monumentos y edificaciones hechas para durar, funcionales y de gran tamaño: acueductos, puentes, carreteras, palacios, anfiteatros, basílicas (catedrales), fortalezas, etc. Tales construcciones han sido imitadas en numerosas naciones del mundo. Por ejemplo, en el siglo XVIII el arquitecto romano Joaquín Toesca fue contratado por el rey de España para trabajar en Chile, construyendo el Palacio de la Moneda, edificio en que funciona la actual Presidencia de la República y el Poder Ejecutivo en la ciudad de Santiago; así mismo, construyó la actual Catedral de Santiago en la Plaza de Armas.

f) Roma como centro del cristianismo católico. Por espacio de 2000 años Roma ha sido el centro de la cristiandad católica, pues en ella se encuentra el Papado, importante institución religiosa y política que ha desarrollado una gran labor cultural. La Iglesia copió del Imperio estructuras administrativas (por ejemplo, las diócesis), tradiciones (por ejemplo, uso del latín, vestuario sacerdotal), un concepto de gobierno jerárquico centrado en el Vaticano, y otras tradiciones de origen romano.

Antigüedad Tardía [editar] Guerra Gótica (535-552) [editar]El exilio y asesinato de la reina ostrogoda Amalasunta, de religión católica, en 535 por órdenes del rey Teodato fue aprovechado por el emperador Justiniano I como excusa para reconquistar Italia. Conocemos muy bien los acontecimientos gracias a la obra Historia de las guerras de Procopio de Cesarea. Las tropas imperiales a las órdenes de Belisario desembarcan en el sur de la península en julio de 536 y entran en Roma el 10 de diciembre del mismo año.

En 537 Belisario es asediado en la ciudad durante un año por el rey godo Vitiges, quien ordena cortar 14 acueductos que suministran agua a la ciudad, mientras que Belisario manda que se tapien sus entradas para evitar que los godos puedan infiltrarse por ellos. No serán reparados sino hasta el siglo XVI. El corte del acueducto de Trajano (Acqua Traiana) afecta los molinos de trigo instalados en las laderas del Janículo, en la orilla derecha del Tíber. Al final Belisario manda expulsar las "bocas inútiles", los hambrientos que piden la rendición o una tregua, quienes no volverán jamás. Este primer asedio godo fracasa.

Desde el verano de 545 hasta finales de 546 Roma vuelve a ser asediada, esta vez por el rey godo Totila, quien entra en la ciudad el 17 de diciembre de 546.

Las fuerzas imperiales vuelven a tomar la ciudad a comienzos 547, aprovechando que estaba custodiada por una guarnición goda muy reducida. En la primavera de 547 el ejército godo intenta recuperarla.

En preparación para un nuevo asedio el comandante de la guarnición imperial manda sembrar trigo en todas las zonas no edificadas, pero cuando los godos vuelven a atacar en 549 logran apoderarse rápidamente de la ciudad.

En el año 552 las fuerzas imperiales la vuelven a recuperar, esta vez de forma definitiva. Era la quinta vez que la ciudad era tomada.

Las guerras góticas fueron un duro golpe para la ciudad: el suministro de agua fue severamente dañado debido a la destrucción de los acueductos; sus aguas se derramaron sin control en la campiña aledaña, lo que contribuyó a la insalubridad de la comarca; el despueble de la ciudad se aceleró; la tradicional institución del Senado, que había representado a Roma por más de mil años, fue suprimida por Justiniano, lo que significó la desaparición de los últimos restos de la tradición cívica de la urbe. La desaparición del Senado occidental significó también la desconección de la ciudad con lo que quedaba de la antigua nobleza latina esparcida por los nuevos reinos germano-romanos; la pertenencia de sus principales miembros a la antigua institución le otorgaba prestigio e influencia política, social y jurídica; la devenida aristocracia senatorial no tuvo más remedio que fundirse con la aristocracia militar germánica para poder sobrevivir. Roma perdió su rango de gran ciudad mediterránea occidental, iniciando su vida medieval a expensas del Imperio Bizantino, primero, y luego del poder pontificio y de la Iglesia después.

Roma bizantina (552-727) [editar]Tras la reconquista bizantina de Italia por Justiniano I durante la prolongada y devastadora Guerra Gótica de 535-552, Roma es una ciudad del Imperio bizantino. Pero no es una capital, ya que la sede de la autoridad imperial representada por el exarca es Rávena (de la misma forma que fue capital del Imperio de Occidente desde el año 402).

La población de la ciudad no sobrepasaba los 40.000 habitantes, cuando hacia el año 400 era de medio millón. Esta considerable disminución en los siglos V y VI lleva aparejada una profunda modificación del reparto de la población intramuros. Los barrios altos (Quirinal, Esquilino, Viminal) quedan sin agua tras el corte de los acueductos en 537 y son abandonados de a poco. La población va concentrándose en el Campo de Marte y en la orilla derecha del Tíber (el Trastevere, o «ultratíber») en torno a la basílica de San Pedro.

El resto de la ciudad queda prácticamente desocupado o en ruinas, con la excepción de las iglesias y los monasterios, separados de hecho de las zonas habitadas. Se abandona el cuidado de los monumentos públicos y los templos de la Antigüedad, que sirven de cantera. Ya la emperatriz Eudoxia, esposa de Valentiniano III (424-455), empleó veinte columnas dóricas de mármol procedentes de un templo pagano para la iglesia de San Pedro ad Vincula que ella misma había mandado a construir y que se consagró en el año 439.

La Pragmática Sanción de 554, mediante la cual Italia era reintegrada al Imperio Romano, ratificaba la situación de facto al otorgar a los obispos el control de diversos aspectos de la vida civil (como la actividad de los jueces civiles) y la administración de las ciudades, poniéndolos a cargo del aprovisionamiento, la anona y los trabajos públicos, al tiempo que quedaban exentos de la autoridad de los funcionarios imperiales. Así, muchas ciudades romanas deben su continuada existencia a ser lugar de residencia de los obispos.

Durante el periodo en que Roma fue parte del Imperio Bizantino se aceleró la transformación de los antiguos edificios paganos en edificios para el culto cristiano, tal como fue el caso del Panteón, el cual, en la primera mitad del siglo VII, junto a la Sala de Sesiones del Senado Romano, se transforman en iglesias cristianas dedicada a la Virgen María en su advocación de Reina de los Mártires y a San Adriano.[1]

Roma y su región adyacente fue convertida en un ducado gobernada por un dux dependiente del exarca de Rávena. El duque y los oficiales bizantinos se alojaban en lo que quedaba de los antiguos palacios imperiales; por su parte, el Foro Romano conservó su papel de centro de la ciudad. De la presencia bizantina quedaron algunos rastros, tales como la columna en homenaje al emperador Focas, y algunas iglesias que rodeaban el Palatino (S. Giorgio , S. Anastasia y S. Maria).

Debido a la invasión de los lombardos sobre Italia las comunicaciones entre Roma y Rávena quedaron seriamente amenazadas. Por otro lado, los emperadores de Bizancio trataron al ducado de Roma como una remota provincia de su imperio, preocupados de otras amenazas más urgentes provenientes del norte (los búlgaros) y del Oriente (los persas y los árabes).

El poder político ejercido por Bizancio fue discontinuo y en forma creciente fue asumido por el Obispo de Roma, es decir, por el Papa, el cual fue progresivamente ejerciendo la dirección civil y administrativa de la ciudad. Uno de los casos más destacados fue el de San Gregorio Magno, el cual ejercía como Obispo y como delegado civil de Bizancio (finales del siglo VI). Esta tendencia se mantuvo en la medida que declinaba la presencia bizantina en Italia, amagada por los lombardos. No obstante, los emperadores intentaron en ocasiones revertir la situación deponiendo, encarcelando e incluso asesinando a alguno de los papas, cada vez que la primacía del Obispo de Roma entraba en conflicto con las pretensiones religiosas de los propios emperadores y de los patriarcas de Constantinopla.

En 663, como parte de su intento de reconquistar Italia a los lombardos, el emperador Constante II visitó Roma durante doce días, visita que conllevó la expoliación de obras de arte enviadas a Bizancio. Fue la última vez que un emperador romano legítimo visitaría Roma.

Hacia finales del siglo VII los suministros de trigo que alimentaban a Roma se cortaron debido a la caída de Cartago en manos de los árabes. Fue entonces que empezó de parte de los papas la solicitud de ayuda a los países germánicos más que al emperador de Constantinopla.

A comienzos del siglo VIII el poder de Bizancio sobre Roma estaba casi liquidado. El punto de quiebre ocurrió a raíz de la querella iconoclasta desarrollada en Constantinopla y que tuvo impacto en Italia: Roma cortó su dependencia política en forma definitiva con el Imperio de Oriente. Los lombardos, que se habían convertido al catolicismo, apoyaron la política del papado que se oponía a los iconoclastas de Constantinopla, e invadieron las posesiones bizantinas en Italia. El ducado de Roma fue extinguido y toda la autoridad política pasó a manos del papa Gregorio II (727) el cual logró el reconocimiento de parte del rey de los lombardos, Liutprando, de su dominio sobre Roma. Roma cortó su tradicional relación política y jurídica con el Imperio del cual fue la base fundacional en la Antigüedad, e inició un nuevo camino como base territorial, política y religiosa de Papado y de la Iglesia Católica.[2]

Lombardos (568-774) [editar]Los lombardos invadieron Italia en el año 568 y pronto ocuparon la mayor parte del norte y el Apenino central en torno a Espoleto y Benevento. El Imperio bizantino conservó el dominio de Génova, Rávena, Roma, el Lacio, Nápoles y el sur de la península.

Los lombardos era un pueblo auténticamente bárbaro, en el sentido clásico, de religión arriana o pagana, y que no había estado sometido a la influencia civilizadora de Roma en el período preitálico de su migración. La invasión lombarda fue decisiva en la historia de Italia, pues a partir de ella la península perdió la unidad política tan trabajosamente lograda por Roma en los siglos anteriores. Los lombardos constituirán una permanente amenaza para Roma y sus autoridades, fuesen civiles y religiosas.

En el año 592 Roma es atacada por el rey lombardo Agilulfo. En vano se espera la ayuda imperial; ni siquiera los soldados griegos de la guarnición reciben su paga. Es el papa Gregorio Magno quien debe negociar con los lombardos, logrando que levanten el asedio a cambio de un tributo anual de 500 libras de oro (probablemente entregadas por la Iglesia de Roma). Así, negocia una tregua y luego un acuerdo para delimitar la Tuscia Romana (la parte del ducado romano situada al norte del Tíber) y la Tuscia propiamente dicha (la futura Toscana), que a partir de ahora será lombarda. Este acuerdo es ratificado en 593 por el exarca de Rávena, representante del Imperio en Italia.

Los lombardos no cejarán en su empeño de apoderarse de Roma. En el siglo VIII los reyes lombardos Liutprando y Desiderio practicamente subyugaron a Roma y a sus dirigentes, los papas. Liutprando terminó por acabar con la presencia bizantina en Roma al clausurar el ducado imperial, aunque reconoció la autoridad del pontífice en la ciudad. Más adelante, el rey Desiderio logró, brevemente, lo que tanto anhelaban los lombardos: apoderarse físicamente de Roma (772).

La amenaza lombarda obligó a los papas de Roma a desligarse de la ayuda bizantina y orientar su mirada en demanda de la ayuda que pudiesen prestar otros príncipes germánicos. Los elegidos fueron los príncipes francos, los que en el transcurso de lo que quedaba del siglo VIII expulsaron a los lombardos de Roma, los dominaron políticamente, y se transformaron en los defensores naturales del Papado y de Roma.

Alta Edad Media [editar]Roma se sumerge en la Alta Edad Media desligada definitivamente del Imperio Bizantino (el ducado se suprimió en 727)y bajo un control relativo de los papas en los aspectos políticos, civiles, administrativos y económicos (la ciudad estaba bajo la presión constante de los lombardos, los cuales nunca renunciaron a conquistarla). Roma será, en adelante, la base del Pontificado Romano y jugará un importante rol político y religioso en las etapas sucesivas. En un continuo proceso de ruina económica, material y poblacional, la ciudad logró, sin embargo, conservar el prestigio ganado en la Antigüedad; y su pobreza material no se condecía con su importancia política y religiosa.

Roma Pontificia (desde el 727) [editar]Desde los comienzos de la cristiandad, los obispos de Roma, es decir, los papas, hicieron valer su autoridad religiosa sobre las demás iglesias repartidas por el Imperio, actitud basada en la tradición católica que asignaba a Simón Pedro el ser la "Piedra" dejada por Cristo para sostén de su Iglesia una vez que él ascendiera a los cielos. Como Pedro terminó radicado en Roma, lugar en donde fue martirizado, se identificó a la ciudad como su sede definitiva, es decir, el patriarcado u obispado de Pedro, el primer Papa. Así lo entendieron sus sucesores en el obispado de la ciudad. Ya San Clemente Romano, a fines del siglo I D.d.c hacía valer su autoridad llamando al orden a las iglesias de Oriente. El Papado fue poco a poco reforzando su autoridad religiosa, política y civil, no sin la resistencia de los patriarcados del Oriente romano, en especial el de Constantinopla, y sobrevivió a las persecuciones de los emperadores romanos, a las disputas teológicas con los arrianos en el siglo IV, a la caída del Imperio de Occidente, al dominio de los ostrogodos, a las guerras góticas y al dominio postrero de los bizantinos. Con la ayuda circunstancial de los lombardos el Papado logró sacudirse la tutela imperial y buscó afianzar su dominio político definitivo sobre Roma y sus regiones anexas, las cuales fueron la base de los "Estados Pontificios". Los Papas intervendrán en lo sucesivo como príncipes políticos independientes, a la cabeza de Roma y su población, no sin resistencia de poderes extranjeros (príncipes, reyes y emperadores germánicos, invasiones árabes, normandas) y de los poderes locales (pretensiones de las facciones nobiliarias de Roma).

El Pontificado fue acrecentando sus dominios en Italia gracias a sucesivas donaciones. Ya en la época de Constantino éste había hecho entrega a la Iglesia de bienes inmuebles en Roma y en Italia,lo que sirvió de base a la famosa “Donación de Constantino”, una falsificación medieval que suponía la cesión al Papa de la ciudad de Roma e Italia por parte de dicho emperador.

El rey lombardo Liutprando restituyó al Papado, mediante una donación, una serie de territorios que serían la base jurídica de los Estados Pontificios, lo que se formalizó con las donaciones territoriales (Exarcado de Rávena,la Pentápolis, etc.) del rey franco Pipino el Breve (754); esto aseguró al Papado su independencia política frente a los lombardos y los bizantinos. De esta forma, Roma se convirtió, nuevamente, en capital política; esta vez, de los Estados Pontificios, los que se fueron acrecentando con el tiempo mediante sucesivas donaciones y conquistas, y que se mantuvieron como tales hasta el año 1870, en que el Reino de Italia ocupó por la fuerza a Roma, declarándola capital de la Italia unida.

Los papas se convirtieron definitivamente en príncipes temporales con el derecho a cobrar impuestos, sostener ejércitos y dictar leyes en sus territorios. El dominio del Papado nunca fue total y continuo, pues su autoridad estuvo amagado por las facciones nobiliarias de tipo feudal, por las ingerencias de los reyes y emperadores germánicos, y por los invasores normandos. Sólo posterior al año 1000 el Papado pudo consolidar su autoridad en los Estados Pontificios, no sin oposición de las fuerzas señaladas, a las que habría que agregar el renacimiento de los movimientos comunales populares que buscaron independizar a Roma del Pontificado y la nobleza.

Hay que decir que la elección de los pontífices correspondió durante la Alta Media al pueblo romano, al clero y los obispos vecinos, aunque durante el período interfirieron, en mayor o menor medida las autoridades bizantinas, las facciones nobiliarias de Roma y los reyes francos y alemanes después. Esta forma de elegir al Papa cambió a partir del siglo XI, cuando Nicolas II reformó el sistema de elección, asignando este acto a un colegio de cardenales. El pueblo romano quedó limitado a su aprobación y proclamación.

Imperio Carolingio (774-843) [editar]La relación de Roma y los pontífices con la dinastía de los Carolingios comenzó hacia mediados del siglo VIII cuando Pipino el Breve solicitó del Papa Esteban II la aprobación del derrocamiento de la dinastía anterior, los Merovingios. En 754 el Papa Esteban fue a Galia y consagró rey a Pipino mediante la unción del óleo santo. A su vez, Pipino respaldó al Papado cuando el pontífice pidió ayuda en contra de la ominosa presión de los lombardo contra Roma. Por dos veces los reyes francos, Pipino y Carlomagno, pasaron a Italia al frente de sus ejércitos a liberar a Roma del asedio de los lombardos. Carlomagno, finalmente, respondiendo al pedido de ayuda del Papa Adriano I, los derrotó completamente, anulando su influencia al declararse “Rey de los lombardos”. Roma y el Papado se zafaron de la presión lombarda, pero cayeron en la órbita franca. Los reyes francos se consideraron, en adelante, defensores naturales de los pontífices, pero a la vez comenzó el cesaropapismo medieval, por el cual las máximas autoridades temporales, reyes y emperadores, se atribuyeron el derecho de influir en las cuestiones de Roma, el Papado y la Iglesia. Como contrapartida, los papas se fueron atribuyendo en forma casi imperceptible el derecho de coronar a los reyes y emperadores, lo que fue el fundamento de la futura doctrina de la "teocracia pontificia", por la cual el poder religioso del pontífice estaba por encima de los poderes temporales, con el derecho de gobernarlos; esta doctrina alcanzaría su pleno desarrollo con Inocencio III en la Baja Edad Media.

En el año 800 llegó el momento cúlmine de la relación de Roma y los reyes francos, cuando el Papa León III, en premio por el apoyo prestado por Carlomagno en su conflicto con la nobleza romana, lo coronó por “sorpresa” “Emperador de los romanos” en la catedral de San Pedro, en medio de la aclamación del pueblo. Renacía así, de acuerdo a la tradición jurídica romana, a los deseos de la iglesia y los del pueblo, el Imperio Romano Cristiano en su versión Occidental, título que no sería admitido por Bizancio hasta más de una década después. Demás está decir que este nuevo “Imperio Romano Occidental”, si bien eran cristiano, distaba mucho del extinguido en el año 476. Roma no era la capital, si no Aquisgrán, el pueblo romano no era su base nacional, si no la nación franca, las leyes romanas no eran la base jurídica del Imperio, si no las leyes consuetudinarias germánicas, la estructura administrativa era muy distinta a la creada por Roma en la Antigüedad, pues carecía de su burocracia, los ejércitos imperiales estaban constituidos a la usanza germánica y no por las antiguas legiones; ni siquiera sus dirigentes habían asimilado la idea de “estado” romana, si no que seguían apegados a sus tradiciones germánicas de considerar al reino como propiedad personal de los reyes. En síntesis, este nuevo Imperio Romano Occidental era “romano” de título más que de esencia, jugando Roma más un papel simbólico que efectivo.

A pesar de la protección brindada por el Imperio Carolingio, la seguridad de Roma no era completa. Los árabes, y, posteriormente los normandos, realizarían incursiones por las costas del Mediterráneo Occidental. En 846 una flota musulmana remontó el Tíber hasta Roma, saqueando la basílica de San Pedro, que se halla fuera de la muralla Aureliana.

La nobleza feudal romana y el "Siglo de Hierro del Pontificado" (siglo X) [editar]La protección que brindaba el Imperio Carolingio a Roma y al Papado se eclipsó a partir del Tratado de Verdún (843), tratado que consagró la división del reino franco en tres partes: las actuales Francia y Alemania, más una franja intermedia llamada Lotaringia, reinos a cargo de soberanos propios, descendientes de Carlomagno. La división se consagró como definitiva a partir de la muerte de Carlos III el Gordo (888), el cual había reunido por última vez, en forma efímera, casi todos los territorios del imperio.

Alejados de Roma sus protectores carolingios, la ciudad se vio envuelta desde fines del siglo IX y durante casi todo el siglo X en enconados conflictos internos, ya fuese entre las principales familias de la nobleza urbana o rural, y entre éstas y el Papado. La nobleza feudal romana estuvo representada por los condes de Túsculo, los Crescencios, los duques de Spoleto; más adelante serán los Colonna y los Orsini; familias que dominaron la política romana por siglos. Libres de la tutela de los emperadores y reyes carolingios la nobleza local encontró las mejores condiciones para su desarrollo. La institución del Papado terminó cayendo inexorablemente en sus manos, y de las filas de esas familias salieron numerosos papas y antipapas (unos 40) de escasa personalidad y poco dignos la mayoría de ellos (hubo papas que apenas alcanzaban los 18 años de edad al momento de ser electos). Muchos tuvieron un corto pontificado, fueron habitualmente depuestos por las facciones rivales, y otros se expusieron a la vejación y a una muerte violenta. Al siglo X se le ha llamado la “Edad de Hierro del Pontificado”. Célebres fueron el noble Teofilacto, su esposa Teodora y su hija Marozia , los cuales influyeron nocivamente y durante largo tiempo en la elección y duración de los papas de su época (primera mitad del siglo IX). Los intereses de la Silla de San Pedro fueron primordialmente mundanos más que religiosos. La jefatura de la Iglesia se convirtió en un verdadero trofeo de la nobleza. Como consecuencia de todo, el Papado cayó en un estado de gran postración y degradación moral; sólo fue salvado por la fe de los fieles y el desarrollo de una eficiente Cancillería que logró mantener el prestigio de la institución, aunque los titulares fuesen poco dignos.

Pronto hará entrada en escena el Sacro Imperio Romano Germánico; el Papado cambiará su servidumbre desde los poderes locales al poder del emperador de Alemania.




El Sacro Imperio Romano Germánico y el cesaropapismo medieval (desde la segunda mitad del siglo X) [editar]El Sacro Imperio Romano Germánico fue creado por el rey alemán Otón I y constituyó el tercer intento de restauración imperial, y, tal como el de Carlomagno, fue patrocinado por el Papado. El Papa Juan XII, que apenas alcanzaba los 18 años de edad, debido a su conflicto con la nobleza romana, llamó en su auxilio al rey de Alemania Otón I, el cual marchó a Italia con sus ejércitos, poniendo orden en la península y en Roma. En premio, el Papa coronó a Otón emperador de Occidente (962). Nacía de esta forma el Sacro Imperio Romano Germánico, el cual duraría en teoría hasta 1806, en que se disolvió debido a la acción de Napoleón. Este imperio, más cercano a la idea romana del estado, difería bastante del carolingio, pues era más pequeño y estaba circunscrito a Alemania e Italia; su base nacional seguía siendo germánica. Jugó un rol importante en la Baja Edad Media al expandir la Civilización Occidental por el Norte, Este y Centro de Europa.

Otón impuso su pleno dominio en Italia y los Estados Pontificios y obligó a los romanos a prestarle juramento de fidelidad en el sentido de que no elegirían a ningún papa sin su consentimiento. Comenzaba el cesaropapismo medieval.

Los papas, a partir de Otón I tuvieron que prestar juramento de fidelidad a los emperadores de Alemania, transformándose la institución en un verdadero feudo de los soberanos germánicos. Esto trajo graves consecuencias para el Papado y la Iglesia, cuyos líderes fueron hechura de los emperadores que los designaban; no obstante que los emperadores designaron papas más dignos que los del "Siglo de Hierro", la moral ecleciástica en Italia, Alemania y otros lugares decayó al contaminarse la Iglesia con el espíritu feudal.

La situación de servidumbre de Roma y el Papado a la voluntad de los emperadores del Sacro Imperio duraría hasta los albores de la Baja Edad Media, cuando el monje cluniacence Hildebrando se transformase en Papa con el nombre de Gregorio VII. Gregorio terminará con el dominio alemán en Roma y en Italia, invirtiendo la relación y declarando la superioridad de los papas sobre los emperadores. Comenzará la lucha entre el Papado y el Imperio.

Baja Edad Media [editar]La Baja Edad Media sorprenderá a Roma bajo la servidumbre de los emperadores germánicos; por su parte, el Papado se encuentra sometido a la voluntad feudal de los monarcas alemanes y acosado por la inextinguible interferencia de la aristocracia semibandida romana. En el intento del papa Gregorio VII de sacudirse la tutela imperial, la ciudad sufre un duro golpe material al ser saqueada y quemada por las tropas normandas del aventurero Roberto Guiscardo en 1084. La mayor parte de las edificaciones antiguas sobrevivientes son afectadas por los incendios, así como parte de las construcciones religiosas medievales. El casco más antiguo de Roma adquiere ya el aspecto tradicional: un montón de ruinas que denotan el esplendoroso pasado antiguo de la ciudad. El saqueo es acompañado por su cortejo de vejaciones sobre la población urbana remanente. ("Roma antigua y moderna" de Mary Lafón, traducida por D.Pedro Reynes Sola, Librería española, 1857)




Gregorio VII (siglo XI) e Inocencio III (siglo XII): la teocracia pontificia universal [editar]El dominio de Imperio germánico sobre Roma durará hasta la enérgica reacción del Papa Gregorio VII, el cual, en la segunda mitad del siglo XI siguió un elaborado programa político-religioso consistente en recuperar el control sobre la Iglesia Occidental, desligar al pueblo y la nobleza de la elección de los pontífices y someter a los emperadores germánicos a la obediencia a la Silla papal. Tal programa llevará a Gregorio a enfrentarse directamente con el poderoso emperador Enrique IV. Papado e Imperio se colocarán frente a frente. En la lucha secular entre ambas instituciones, prevalecerá el Papado.

La reforma ecleciástica de Gregorio consistió en reforzar el poder pontificio mediante legados que enviaba a todos los países con objeto de someter a obediencia a las iglesias locales; luego, sustrajo al poder imperial la atribución de investir a los obispos y abades en sus territorios. Se inició la "querella de las investiduras", conflicto ganado por el Papado. El emperador reaccionó, y, echando mano a todos los medios a su alcance-fuerza armada, instigación a la nobleza romana local, etc-trató de deponer a Gregorio; por su parte, el Papa respondió con medios semejantes, agregándole los espirituales-excomunión, desligación de la obediencia de los súbditos hacia el emperador. En el proceso, Roma quedó hecha cenizas (1084) debido al "apoyo" que brindaron los normandos al bando papal. Enrique tuvo que someterse de mala gana al poder de Gregorio. Pronto desaparecieron ambos actores-Gregorio murió excecrado por el pueblo romano que lo acusó de permitir el saqueo, y Enrique fracasado y en la miseria.

Los pontífices que sucedieron a Gregorio retomaron el control de Roma y continuaron el conflicto con los sucesores de Enrique. En 1122, bajo el pontificado de Calixto II se firmó el Concordato de Worns por el cual el emperador Enrique V reconoció el derecho del papa a investir obispos y abades. Paralelo a esto, el Papado consolidó su influencia en Alemania e Italia, ayudado por los señores feudales alemanes y las renacidas comunas del norte de Italia. En la batalla de Legnano las fuerzas papales y comunales italianas derrotaron sin apelación al ejército de Federico Barbarroja (1176). El Imperio debió someterse al Papado.

Como una prueba de la tremenda influencia de la institución romana en Europa, el Papa Urbano II convocó a los príncipes y señores feudales del continente a participar en las cruzadas (1095) con el fin de "rescatar" los Santos Lugares de manos de los turcos. Por más de 200 años los europeos se batirán con los reinos islámicos del Medio Oriente gracias al influjo del Papado y la Iglesia.

Con el papa Inocencio III (1198) el poder papal alcanzó su apogeo. Este papa ejerció como un verdadero emperador feudal y casi todos los reinos y príncipes de Europa Occidental, Central y del Norte se reconocieron sus vasallos. Inocencio ejerció en plenitud el poder espiritual y el temporal.

El postrer intento del poder imperial de restaurar el cesaropapismo, acabó en el fracaso total, cuando Conradino de Suabia, el último emperador de la dinastía Hohenstaufen fue decapitado en Italia (1268).

Cuando el Papado intente someter a los reyes de Francia fracasará en toda la regla, precipitando a Roma y a la institución en una nueva crisis (comienzos del siglo XIV).

Los movimientos comunales populares de la Baja Edad Media: la Comuna Romana [editar]Si bien el Papado había derrotado al Imperio en su lucha por el control temporal, en la propia Roma surgieron en la Baja Edad Media movimientos comunales de tipo popular que intentaron restaurar la independencia de la ciudad, tanto de los nobles como del Papado. Este movimiento comunal no era ajeno a los que inspiraba a las ciudades del norte de Italia (Milán, Florencia, ,etc) que pugnaban por afirmar su independencia frente al Imperio alemán.

En 1143, el pueblo romano, cansado del autoritarismo papal, protagonizará una rebelión acuadillada por Arnaud de Brescia. Se restaura la institución del Senado y se proclama una nueva República Romana. La nueva Comuna le exigió al Papa Lucio II que renuciara a la autoridad temporal, a lo que por supuesto éste se negó. Lucio asaltó con sus tropas la ciudad, pero fue muerto de una pedrada. La existencia de la nueva República fue precaria debido a la hostilidad de los nobles, el Papado y el propio Imperio. El Papa Adriano IV solicita el auxilio de Federico Barbarroja. Las tropas imperiales entran en Roma y derriban la República. Arnaud es ejecutado en la hoguera y Adriano IV es restablecido en la Sede Pontificia.

A pesar de este fracaso, a fines del siglo XII el Papado reconoce al movimiento comunal y se crea el cargo de senador único. Gracias a las gestiones del flamante senador Benedetto Carushomo, “senador del summus”, Roma contó con su primer Estatuto municipal. Aunque la ciudad volvió a depender políticamente de los papas, el pueblo romano logró ganarse cierta autonomía civil a despecho de los nobles y el propio Papado.




Roma, centro de peregrinación medieval [editar]La Roma medieval debe su sobrevivencia como entidad urbana no sólo al Papado, si no también a la religiosidad de los fieles de Europa, los cuales a lo largo de la Edad Media realizaron largas y difíciles peregrinaciones a la Ciudad Eterna, la que albergaba las tumbas de San Pedro, San Pablo y otros santos y mártires. Multitudes acudieron durante siglos a recibir la bendición papal y a expiar sus pecados. A comienzos del siglo XIV el Papa Bonifacio VIII proclamó el año jubilar, concediendo indulgencias plenarias a los peregrinos que visitasen la ciudad por motivos religiosos. Roma siguió siendo el centro de cristiandad occidental, a despecho de las periódicas crisis del Papado, el cual se justificaba en parte con esta afluencia de fieles. La continua visita de los peregrinos dejaba buenas ganancias a los romanos, en especial a las familias nobles.

El cautiverio de Avinón y la aventura de Cola di Rienzo (siglo XIV). [editar]A comienzos del siglo XIV el Papado entrará en conflicto con el rey de Francia Felipe el Hermoso, a raíz de la defensa de sus respectivas prerrogativas. Felipe, que no sentía ningún respeto por el Papado atentó en las cercanías de Roma contra el propio Pontífice Bonifacio VIII: tal fue el atentado de Anagni.

Pronto el control del pontificado cayó en manos de Felipe cuando fue elegido Papa Clemente V, el cual era de origen francés. A instancias de Felipe en Papa cambió la sede pontificia a Aviñon. Entre 1309 y 1377 los papas se radicaron en Aviñón como vasallo de los reyes Capeto de Francia. Roma prácticamente fue abandonada por el Papado, el cual apenas ejerció un débil control; con ello volvieron a florecer las luchas de poder entre las familias nobles-esta vez los Orsini contra los Colonna- y también los movimientos populares que intentaban hacer de Roma un estado independiente.

La inestabilidad en que cayó Roma debido al alejamiento del Papado fue aprovechado por un aventurero llamado Cola di Rienzo, el cual, imbuido del ejemplo de la antigua Roma republicana, acaudilló un movimiento popular y de la pequeña aristocracia urbana, opuesta en todo caso a los grandes linajes señoriales . Fue declarada una nueva República Romana en la cual él se hizo elegir como “tribuno”(1343). Rienzo persiguió a los nobles e intentó acabar con antiguos males-vicios y corrupción-; pero su estilo autoritario pronto le enajenó las simpatías de los grupos que lo apoyaron en un comienzo; también se indispuso con el Papa Clemente VI, el cual no estaba dispuesto a deshacerse de Roma. Rienzo terminó por ser asesinado en 1354, restableciéndose nuevamente el gobierno pontificio a través de sus legados.

Hay que decir que, mientras duró el autoexilio del Papado en Aviñón, Roma se deslizó por el tobogán de la decadencia: su despueble, insalubridad e inseguridad aumentaron más que nunca. Su población apenas alcanzaba los 17.000 habitantes a mediados del siglo XIV, el punto demográfico más bajo de su historia medieval. Se debe recordar que a mediados del siglo XIV se dejó caer sobre Europa la peste negra, la cual se llevó a un tercio de su población. Roma no pudo ser la excepción. La ciudad tocó fondo y sólo el regreso de los papas pudo revertir su profunda decadencia como entidad urbana.

Época Moderna y Contemporánea [editar] Bibliografía [editar]Thierry Dutour, La ciudad medieval: orígenes y triunfo de la Europa urbana, p. 42-47, 82-83, 90. — Paidós, Buenos Aires, 2005. ISBN 950-12-5043-1
Ricardo Krebs, Breve historia universal, Editorial Universitaria- Chile, Año: 2007 ISBN 956-11-1902-1
Mary Lafon, Roma antigua y moderna, Traducida por D.Pedro Reynes Sola, Librería española 1857.
Referencias [editar]↑ Gonzalo Fernández. «Dos episodios de la Roma bizantina: Las consagraciones de las basílicas de Santa María ad Martyres y San Adriano.». Consultado el 10 de mayo de 2010.
↑ «Historia de Roma-Parte II Abreviado-I Roma Bizantina.». Consultado el 14 de mayo de 2010.
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_Roma"
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