segunda-feira, 2 de abril de 2012

A AMAZÕNIA PERUANA-BOLIVIANA

Otero • Fronteras, etnocidio y comercio mundial estudios avanzado7s9
11 • 2009 • 79-98
79
Fronteras, etnocidio y comercio mundial.
La Amazonía peruana-colombiana
durante el boom cauchero
Delia del Pilar Otero
Universidad Nacional de Córdoba y Universidad Católica de Córdoba
resumen. Las fronteras constituyen espacios diná micos de interac ción,
que involucran relaciones hom bre-hombre y hom bre-medio y cuya
comprensión trasciende la visión estática que supone la noción de límite
internacional. Al respecto sería importante analizar si los Estados latinoamericanos,
emergentes a fi nes del siglo xix, consideraron las tierras de
frontera en función de las demandas productivas del mercado mundial, o
con un criterio geoestratégico; o si por el contrario las visualizaron como
zonas pasibles de ser trans formadas y utilizadas por sus ocupantes en relación
a las propias necesidades. El área del Putumayo, en el noroeste de la
Amazonía, parece ser un ejemplo signifi cativo al respecto. Allí se obligaba
a los indíge nas, por métodos atroces, a ejecu tar trabajos de recolección
de caucho en condiciones que fueron denun ciadas por periodistas loca les
y por un inge niero estadou niden se. La empresa que dominaba la región
estaba inte grada por Arana, uno de los grandes explotadores de goma
peruano, e inver sores británicos, y sus propie dades se ubicaban en una
zona de confl ic to fronterizo con Colom bia. Además, como la mayo ría
de los implica dos en el asunto eran ingleses, se encar gó una investiga ción
al cónsul Case ment. Su infor me concluyó que entre 1900 y 1912 la produc
ción de caucho en la región había costado la vida a más de 30.000
indíge nas. Así, el presente trabajo se propone, mediante el estudio del
caso planteado, interrelacionar los confl ictos étnicos, los litigios limítrofes
y la infl uencia de las demandas del mercado mundial, en la estructuración-
desestructuración de la frontera amazónica.
palabras clave. América Latina, mercado mundial, Amazonía, fronteraetnocidio.
abstract. Borderlands constitute spaces of dynamic interaction, involving
man-to-man and man-to environment relations which transcend
the mere static defi nition of an international border. Regarding this, an
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important consideration is to analyze whether the Latin-American states,
which emerged as such during the 19th century, thought of their borderlands
in terms of the rules of the world market, i.e. geostrategic criteria;
or, on the contrary considered them to be suitable for transformation
and use by their inhabitants in order to fulfi ll their own needs. The Putumayo
area in the north-eastern Amazon seems to show a clear example
of the former criterion. There, indigenous people were forced, through
the use of atrocious coercive methods, to perform the task of rubber
harvesting. Such conditions were publicly denounced by local journalists
and an American engineer. Arana, one of the largest Peruvian rubber
producers, was a member of the leading company in the region, and
British investors and their properties were located in an area in dispute
with Colombia. Besides, as most of the people involved in the business
were of British nationality, an investigation was commissioned to Consul
Casement. In his report, he came to the conclusion that between 1900
and 1912 the rubber industry had cost the lives of more than 30,000
indigenous people. Therefore, by analyzing this particular case, this paper
seeks to relate ethnic confl icts, border disputes, and the infl uences of the
world market’s demands on the structuring and de-structuring of the
Amazon borderlands.
keywords. Latin America, world market, Amazon, borderlands-ethnocide.
Introducción
Las fronteras constituyen espacios dinámicos de interacción, que involucran
relaciones hombre-hombre y hombre-medio y cuya comprensión trasciende
la visión estática que supone la noción de límite internacional. Al respecto
es importante analizar en qué medida los nuevos Estados latinoamericanos,
generalmente estructurados privilegiando algunas regiones sobre otras, tuvieron
en cuenta estas áreas. En otras palabras, qué políticas se llevaron a
cabo en torno a las regiones de frontera, cómo se efectuó su ocupación e
incorporación a la estructura estatal y de qué modo repercutió este proceso
en las relaciones continentales. En defi nitiva, si las tierras de frontera fueron
consideradas en función de las demandas productivas del mercado mundial,
o con un criterio geoestratégico; o si por el contrario se visualizaron como
zonas pasibles de ser transformadas y utilizadas por sus ocupantes, lo que en
última instancia se vincula con la integración del espacio latinoamericano.
El área del Putumayo, en el noroeste de la Amazonía, constituye un ejemplo
signifi cativo al respecto. Allí se obligaba a los indígenas, con métodos
atroces, a ejecu tar trabajos recolección de caucho en condiciones que fueron
denunciadas por periodistas locales y por un ingeniero estadounidense. La
empresa que dominó la región a partir de 1899 era propiedad de Julio C. AraOtero
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na, uno de los grandes explotadores de goma peruano, e inversores británicos,
y sus tierras se ubicaban en una zona de confl icto fronterizo con Colombia.
Un gran número de los implicados en el etnocidio eran ingleses, por lo
que se encargó una investigación al cónsul Casement. Su informe concluyó
que entre 1900 y 1912 la producción de caucho en la región había costado
la vida a más de 30.000 indígenas. En relación a ello, el presente trabajo se
propone, mediante el estudio del caso planteado, interrelacionar los confl ictos
étnicos, los litigios limítrofes y la infl uencia de las demandas del mercado
mundial, en la estructuración-desestructuración de la frontera amazónica.
El rol de las regiones fronterizas en la conformación
de los Estados Nacionales latinoamericanos
Las fronteras internacionales son un producto de la historia: no se crean
solamente en función de vínculos de sangre, lengua y religión o en función
de tratados interestatales que plantean una división política lineal (véase Vilar,
1982: 147 y ss).
Esto nos lleva a tener en cuenta su característica de espacio de interacción,
es decir, no constituye sólo un área geográfi ca, sino una realidad cultural.
Ello supone el concepto de «frontera activa» que designa la movilidad
propia del devenir histórico, tanto en lo espacial, como en lo temporal. En
defi nitiva, la presencia de habitantes con cultura propia, asentados en un
espacio geográfi co, donde se ponen en contacto diversas variables, en un
tiempo de larga duración.
Tomando como punto de partida estas ideas, cabría preguntarse por su
especifi cidad para el caso latinoamericano, en el transcurso de su historia. Al
respecto, la herencia colonial, el periodo de las revoluciones de independencia
y los acontecimientos posteriores ejercieron una importante infl uencia
en la estructuración de las áreas fronterizas. Un periodo signifi cativo para
analizar este proceso en América Latina, es el de la formación de los modernos
Estados nacionales.
En principio, estas nuevas entidades se constituyeron sobre la base de un
proyecto político e ideológico que no siempre tuvo en cuenta la realidad espacial
y regional. Es decir, los elementos culturales y las contradicciones que
afectaban al cuerpo social, donde se trataba de implantar ese modelo. Esta
situación tendría una infl uencia signifi cativa en la organización del espacio
latinoamericano, la cual redundó en benefi cio de algunos sectores regionales,
mientras que provocó la marginación o desestructuración de otros.
La delimitación territorial de los nuevos Estados se llevó a cabo entre
fi nes del siglo xix y comienzos del xx, generalmente de modo convencional
y muchas veces superponiéndose a realidades preexistentes. Ello, sumado a
otros factores propios de la realidad latinoamericana, trajo como consecuencia
numerosas disputas y reclamaciones entre los países del continente.
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En este sentido, se visualizan algunos elementos que pueden constituir
en principio una explicación válida en tal sentido. Entre ellos, cabe destacar
las características específi cas de las regiones donde los nuevos Estados latinoamericanos
fi jaron sus límites, a saber: a) generalmente eran las áreas marginales
del país; b) allí se ubicaban poblaciones tribales que fueron dejadas
a su suerte, compelidas a emigrar, explotadas irracionalmente como mano
de obra barata, o exterminadas; c) en muchos casos, estas regiones poseían
grandes reservas de productos críticos, lo que concitaba el interés de las potencias
centrales y originaba tensiones; d) al erigirse en áreas limítrofes de los
nuevos Estados Latinoamericanos, se generaban confl ictos adicionales; e) en
su mayoría tenían escasa población.1
En cuanto a la política que llevaron a cabo los principales Estados de la
región en relación a estas zonas, se advierten ciertos rasgos comunes. Uno
de ellos, es que generalmente los gobernantes comenzaron a interesarse por
ellas en algunos casos por razones estratégicas, en otros, en función de los
imperativos económicos del mercado mundial, o porque en determinadas
situaciones confl uían los dos factores.
Esto se refl ejó en la mayor atención de los territorios que poseían productos
críticos o valor geoestratégico y la desatención de los restantes, lo
que dio como resultado: el abandono, la incomunicación y el aislamiento
interregional.2
Estas áreas se caracterizaron también por la ausencia de la justicia como
sistema institucionalizado y la militarización de la sociedad civil. En efecto,
la distancia de los centros del poder de decisión facilitaba que se impusiera la
ley del más fuerte, ignorándose las normas legales vigentes; es decir, la fuerza
de coacción estatal se imponía enfáticamente en algunos aspectos, mientras
que en otros se manifestaba débilmente.
1. Estas regiones son denominadas frecuentemente «espacios va cíos», lo que merecería
algunas refl exiones al respecto. En primer lugar estos espacios no eran vacíos en el sentido
estricto, pues no estaban totalmente despoblados, aunque tuvieran una baja densidad
demográfi ca. Esto tampoco fue una constante, ya que muchas de estas regiones poseían
una población nativa que fue exterminada, lo que implica que estos espacios fueron «vaciados
». Por último, tal denominación suele tener un carácter ideológico, para signifi car
ausencia de «civilización», en el sentido positivista del término.
2. En el presente estudio analizaremos el espacio amazónico disputado por Perú y Colombia,
relacionándolo con el periodo de irrupción de la gran demanda del caucho en
el mercado mundial, a partir de de la década de 1870 y los primeros decenios del siglo
xx. En este sentido, tendremos en cuenta el modo de inserción en el sistema de división
internacional del trabajo de estos nuevos Estados en proceso de consolidación y la dramática
repercusión en las sociedades de frontera, con motivo de la irracional explotación
de mano de obra. No obstante, consideramos importante mencionar las percepciones
geoestratégicas nacionales en el marco general, pues tuvieron una gravitación muy importante
en las áreas fronterizas, ya sea si nos referimos a su integración al Estado, así
como también a la irrupción de sus instituciones en las estructuras socioeconómicas y
culturales preexistentes.
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Otra faceta de la misma situación era que estas regiones se constituían
muchas veces en refugio de delincuentes, fugados de la Justicia, o destino
fi nal de los desterrados, generalmente por causas políticas. Las distancias con
el gobierno central, así como la connivencia de los sectores políticos locales
con los residentes en las grandes ciudades, dieron como resultado la existencia
de numerosos hechos de corrupción. Ésta se materializaba a través del
cohecho, el soborno, los negociados y el fomento de vicios entre los sectores
más bajos de la población. Con respecto a la propiedad de la tierra, el régimen
latifundista fue predominante en las zonas de frontera.
Las características inherentes a dichas regiones favorecieron el surgimiento
de confl ictos que se manifestaron en diversos niveles, a saber: entre los
sectores dominantes regionales y los de la región hegemónica, en torno de
la cual se estructuraban generalmente los nuevos Estados nacionales, que a
su vez disputaban entre sí por la apropiación de las áreas de frontera. Otra
presencia importante es la del capital internacional que por propia cuenta, o
en combinación con inversores nacionales, explotaba los recursos del suelo
y los habitantes de la región.
Al respecto, históricamente la conformación de los Estados nacionales
latinoamericanos y su defi nición territorial supuso la preeminencia del paradigma
del confl icto como sustento ideológico, aplicado a las especifi cidades
propias de las regiones fronterizas. Este modelo tuvo vigencia por
largo tiempo: recién a fi nes del siglo xx comenzó a plantearse un cambio
hacia una concepción integradora de estos espacios. No obstante, como lo
advierte Sergio Boisier, «ha existido una notable asincronía entre la teoría y
la práctica de la planifi cación regional en América Latina», así como también
una tendencia a visualizar a las áreas fronterizas sólo desde una perspectiva
geográfi ca, dejando de lado su dimensión económico-social, lo que supone
una mayor complejidad conceptual y por tanto un análisis multidimensional
(Boisier, 1987: 158-91).
El autor avanza en esta argumentación a partir de la idea de «construcción
social de la región», que signifi ca su transformación en una comunidad
autoorganizada, cohesionada, consciente de su identidad y capaz de movilizarse
tras proyectos colectivos; en defi nitiva, transmutarse de objeto en sujeto
de su propio desarrollo. Boisier es consciente de los desafíos que plantea esta
propuesta, pero destaca que es viable en tanto y en cuanto se quiera colocar
nuevamente al hombre en el centro de los procesos de desarrollo (1988:
3954).
Por último, cabe destacar que el problema de las regiones fronterizas en
América Latina es aún hoy una cuestión pendiente y que perviven muchas
de las cuestiones que aparecen en estudio del presente caso, considerado en
su contexto temporal de principios del siglo xx.
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La Amazonía: región plurinacional
La ocupación del espacio regional
La Amazonía constituyó a lo largo de su historia uno de los espacios importantes
donde pueden verifi carse más claramente las características mencionadas
en relación a las regiones de frontera en América Latina. En efecto,
desde la época colonial fue uno de los escenarios signifi cativos en la disputa
entre las naciones centrales; su explotación se organizó en función de las
necesidades del mercado mundial y la estructura de la sociedad regional se
caracterizó por una fuerte estratifi cación, que implicó la sobreexplotación
de sus sectores más bajos.
Esta situación coadyuvó a la fragmentación y a la falta de homogeneidad
dentro de la región, a lo que debe sumarse la pertenencia de la cuenca
fl uvial a diversos Estados que no favorecieron su integración y lograron un
escaso arraigo de poblaciones permanentes, a pesar de las políticas de colonización.
Durante el periodo que nos ocupa, es decir, las décadas fi nales del siglo
xix y comienzos del xx, la región experimentó, al igual que América Latina
en general, numerosas modifi caciones, sólo que en el caso de la Amazonía
presentaron connotaciones dramáticas y profundas. Entre los factores que
gravitaron en tales transformaciones cabe mencionar: a) la voluntad de los
grupos dirigentes nacionales, de consolidar su espacio territorial; b) el intento
de incorporar regiones que hasta entonces habían sido consideradas fronteras
interiores; c) la disputa entre los numerosos Estados latinoamericanos
que compartían la posesión del área;3 d) el avance de modelos económicos
basados en la agroexportación; e) el interés del mercado internacional en
un único producto regional: el caucho y la inversión de capitales para su
explotación; f) la renovación de los medios de comunicación que posibilitó
el ingreso a regiones hasta entonces inaccesibles;4 g) la importante ola migra-
3. Al respecto es importante tener en cuenta el rol fundamental desempeñado por Brasil,
país poseedor de la desembocadura del río Amazonas, salida natural de la mayoría de los
productos de toda la región.
4. Una aproximación al tema de la infl uencia de las vías de comunicación en los procesos
sociales y políticos desarrollados durante el boom gomero, en la frontera amazónica bolivianobrasilera,
puede verse en Otero (1994: 155-194). Este trabajo elaboró un modelo teórico
a fi n de anali zar la disputa por la región del acre boliviano brasilero y la explotación de
sus riquezas. En efecto, la posición geográ fi ca, los intereses en juego, las vías de acceso
y distri bución coadyuvaron a que el confl icto alcanzara una dimensión interna cional.
Éste se proyectó a nivel mundial al consti tuirse el caucho en producto crítico y regional
lati noameri ca no, por la posición estratégica de este espacio ubicado en el cora zón de
América. En este sentido fue utilizado el concep to «confl icto» como una catego ría operativa
de análi sis, la cual proporciona cierta entidad al objeto de estudio. La formación de
esta nueva jurisdicción administrativa que signifi có una nueva fragmentación del espacio
Otero • Fronteras, etnocidio y comercio mundial 85
toria de campesinos empobrecidos y de aventureros y buscadores de fortunas
hacia la Amazonía.
Esta especie de obsesión por ocupar «espacios vacíos» reconocía referencias
reales en los fenómenos ya mencionados y se sustentaba también en las
ideologías vigentes en la época. Al respecto, tales empresas llevadas a cabo en
nombre de la «civilización» cobraron numerosas víctimas y quizás los casos
más graves, aunque no los únicos, se registraron en el seno de las sociedades
aborígenes que habitaban la región.
Las consecuencias inmediatas de las actividades de extracción y comercialización
del caucho fueron la esclavización de los grupos indígenas, su
captación como mano de obra mediante sistemas extralaborales o simplemente
la extinción de muchos de ellos.
La penetración de caucheros independientes como de empresas extractivas
en la selva dio origen a la formación de una frontera móvil, caracterizada
por la ocupación temporal del suelo, la destrucción del medio ambiente, los
abusos y la explotación de los trabajadores y el aniquilamiento de los indígenas.
En este sentido es que Euclides da Cunha ha llamado a los caucheros
«constructores de ruinas» (Cunha, 1976: 146).
El caucho amazónico irrumpe en el mercado mundial
A partir de la segunda mitad del siglo xix, la cuenca del Amazonas adquirió
repentinamente una gran importancia con motivo de rush gomífero, iniciándose
una nueva fase de su historia regional. Sin embargo, mucho antes del
descubrimiento de América por los europeos, los indígenas ya sabían extraer
caucho del látex coagulado de varios árboles o arbustos de la selva tropical y
fabricaban con él bolas, jeringas y fi guras.5
amazónico, fue conse cuencia de un proceso económico social moviliza do por tres factores
funda menta les: el caucho como atracción económi ca, las migraciones como base de
sustentación demográ fi ca y la nave gación a vapor como medio que permitió el acceso a
esta región y su ingreso al cir cuito de producción gomí fera. En función de ello se tuvieron
en cuenta los componentes sociales y culturales que se encontraban en la zona antes
del episodio cauchero, así como las nuevas formas introducidas durante este proceso, destacando
el rol que desempeñaron las comunicaciones en el encuentro de los dos sistemas
y su reper cusión en la sociedad amazónica.
5. El astrónomo y explorador francés Charles Marie de La Condamine, quien vino a
América con el objeto de realizar mediciones de la superfi cie terrestre, observó y describió
el proceso por el cual los aborígenes de la selva ecuatoriana obtenían el caucho
y lo utilizaban para fabricar diversos objetos. Su comunicación fue leída en la Academia
de Ciencias de París en 1745, y reproducida en la obra titulada: Relato abreviado de un
viaje al interior de América meridional. Esta fue la primera información detallada y científi ca
sobre el tema, así los franceses dieron a conocer en Europa el producto con el nombre
de «caoutchouc». Sin embargo, existían numerosas referencias anteriores al de La Condamine,
el mismo Cristobal Colón observó, durante su segundo viaje, cómo los indios de
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En la época colonial se elaboraban bombas, cánulas, botas y botellas, que
junto a zapatos constituyeron las primeras exportaciones clandestinas, realizadas
hacia Estados Unidos en 1800.
El comercio se incrementó con la apertura de los puertos brasileños a la
navegación internacional y los envíos fueron destinados no sólo al país del
norte, sino también a Europa, donde Inglaterra dominó las principales líneas
de importación y exportación de materia prima, a partir de 1850. De esta
época datan, en Estados Unidos, las primeras fábricas para la industrialización
de «caucho»,6 cuyo rubro más importante era la elaboración de zapatos.
La historia del capítulo inicial del caucho en los países industrializados
estuvo jalonada por victorias y fracasos aislados, hasta que fue descubierta la
vulcanización en forma simultánea por el inglés Thomas Hancock y el norteamericano
Charles Goodyear en 1839. Luego de este hallazgo se abrieron
numerosas perspectivas que culminaron con el invento del neumático por el
irlandés John Dunlop, patentado en 1888.7
Estos inventos dieron al caucho el carácter de una materia prima de suma
importancia en el mercado mundial, y desde entonces su consumo siguió en
aumento, de suerte que la gran demanda y el alza de los precios llegaron a
ejercer una infl uencia sin precedentes durante medio siglo, sobre la evolución
socioeconómica y cultural de la Amazonía.
Haití fabricaban unas «bolas» que botaban varias veces mediante un solo impulso. Pierre
Martyr D’Anghiera en su obra De orbe novo (1525), habla de unas bolas elásticas fabricadas
por los naturales de México, con leche de una planta. Sahagum, en Historia General de las
cosas de Nueva España (1529), hace referencia a la leche extraída de un árbol llamado por
los aborígenes «ulequahuitl» y a las bolas de este material, fabricadas para determinados
juegos; una descripción similar realiza Gonzalo Fernandes Oviedo, en 1536.
6. Nombre genérico establecido para denominar el producto en los países latinoamericanos
de habla hispana. Se usa para designar gran variedad de especies productoras de
gomas elásticas: Castilloa elástica o caucho propiamente dicho y una variedad de éste,
Castilloa ulei, Hevea brasiliensis (siringa o jebe), Manicoba, Ficus elástica, Balata, Chicle
y otras más. De todos estos el más importante, especialmente en lo relacionado a la
economía de plantación es el Hevea, pues crece y madura más rápido y además produce
el látex de más alto contenido de jebe puro. La especie denominada castilloa ulei se localizaba
preferentemente en las zonas altas de la selva peruana, ecuatoriana y colombiana
y las características de su explotación implicaban una mayor destrucción de los árboles
(Pennano, 1988: 49 y ss).
7. La historia de las numerosas experiencias que jalonaron el proceso de industrialización
del caucho pueden verse, por ejemplo, en Barker (1940) y Hancock (1857).
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El Alto Amazonas peruano-colombiano durante el ciclo gomero
La Construcción del «Imperio Arana»
Durante la época de mayor esplendor del caucho, Carlos Fermín Fitzcarrald
y Julio César Arana, fueron los empresarios más importantes en la selva peruana.
El primero actuó en lo que hoy es el Departamento de Madre de
Dios, en tanto el segundo lo hizo en la antigua zona de Maynas, hoy Loreto
hasta el río Putumayo.
Las noticias acerca de la riqueza cauchera de la selva baja se hicieron
cada vez más conocidas llegando hasta los pueblos más pequeños del Perú y
fomentando un fuerte proceso migratorio hacia ella. En Rioja, pequeño poblado
en la selva alta (actualmente capital de la provincia del mismo nombre
en el departamento de San Martín), Julio César Arana era uno más de los
tantos jóvenes que soñaba con la posibilidad de hacerse rico por intermedio
del caucho.8
A la edad de 20 años, en 1884, Arana estableció un pequeño puesto comercial
en la ciudad de Tarapoto, en sociedad con su cuñado, Pablo Zumaeta.
Desde ese lugar de operaciones, el joven Arana organizó sus incursiones
como comerciante o Regatón en los ríos Yavarí, Purus y Acre, entre otros,
habilitando a los caucheros a cambio de látex valorado a precios del día de
habilitación. La constante subida de precios siempre lo benefi ciaba más allá
de las ganancias incluidas en el sobreprecio de la mercadería que entregaba
a cuenta.
En 1896, Arana ya tenía una posición económica respetable y «controlaba
» una serie de áreas caucheras de las que era el único «aviador»; además
había logrado el respaldo fi nanciero de grandes fi rmas comerciales de Iquitos
con las que tenía un crédito de más de 40.000 libras esterlinas (Collier, 1968:
59). En ese mismo año constituyó la «J. C. Arana y Hermanos» con conexiones
comerciales en Lisboa, Nueva York y Londres, entre otros y se estableció
defi nitivamente en Iquitos junto su familia.
En 1899, Arana encontró su «gran oportunidad» al «localizar» un río que
estaba poco explotado y poseía una gran cantidad de caucho: el Putumayo,
navegable casi en tres cuartas partes de su longitud total.
No obstante, la ubicación geográfi ca del área presentaba algunos problemas.
Perú alegaba que según Real Cédula de 1802, la jurisdicción del Virreinato
de Lima extendía sus límites hasta la zona ubicada al norte del Caquetá
8. Recientemente ha aparecido en Argentina una biografía de Julio César Arana que
puede ubicarse en el género de narrativa histórica. La obra está basada en una exhaustiva
búsqueda de fuentes, tanto orales como escritas (bibliografía, documentación édita); no
obstante ofrece una particular perspectiva al analizar la personalidad del cauchero y el rol
que le cupo en la sociedad peruana de su tiempo (Lagos, 2005).
88 Estudios Avanzados 11: 79-98
(también conocido como Yapurá) donde los ríos dejaban de ser navegables,
mientras que Colombia, presentando sus propios títulos, en el marco de los
numerosos y prolongados litigios territoriales que se extendían por el espacio
latinoamericano y estimulada por el descubrimiento de riquezas naturales,
comenzó a disputar al Perú la propiedad de la región comprendida entre
ese río y el Putumayo.
El área, de aproximadamente 200.000 millas cuadradas, no estaba efectivamente
controlada por ninguno de los dos gobiernos. Recién en 1904,
Perú y Colombia iniciaron conversaciones para solucionar la disputa por el
dominio de la zona del Putumayo, cuyo resultado fue un primer acuerdo,
rechazado por ambas partes. En septiembre de 1904, los dos países acordaron
someter el litigio al arbitraje del Papa Pío X.9 El 6 de julio de 1906 se estableció,
mediante acuerdo, un «modus vivendi» que implicaba la no intervención
de ninguna de las dos naciones sobre ese territorio hasta que se defi niese el
arbitraje. Esto coadyuvó el que la región se convirtiera en «tierra de nadie»
o «tierra de Arana» (Pennano, 1988: 162).
Antes de la llegada de Arana, cuando la demanda de caucho se elevaba
a muy altos niveles, el área del río Putumayo estaba poco explotada. En ella
existían 22 colonias, propiedad de caucheros colombianos, que utilizaban
como mano de obra aborígenes pertenecientes al grupo Huitoto (Pineda
Camacho, 1987: 1983: 208); entre los más importantes: Crisóstomo Hernández,
Benjamín Larrañaga y los hermanos Calderón.
Arana les ofreció abastecerlos desde su casa comercial de Iquitos. Posteriormente,
a causa de las deudas contraídas, dichos caucheros se vieron obligados
a entrar en sociedad con Arana para la producción y comercialización
de la goma. De esta forma, Arana pasó a controlar la actividad productiva
directamente para luego, en 1905, obligarlos a venderle sus propiedades. Larrañaga
vendió, en 1905, al precio de 25.000 libras esterlinas; los Calderón lo
hicieron ese mismo año; luego siguió el puesto de Hipólito Pérez, llamado
Argelia; y fi nalmente los otros que quedaban. Para diciembre de 1905, Arana
había adquirido alrededor de 12.000 millas cuadradas en la zona del Putumayo
al irrisorio costo total de 116.700 libras esterlinas (Collier, 1968: 60).10
La primera razón social bajo la cual giró la Casa Arana en el Putumayo
fue Arana, Vega y Larrañaga, según escritura públi ca fi rmada en Iquitos el 8
de abril de 1904. En ella se expresaba que «a los indios del Putumayo se les
obligaba a trabajar por la fuerza, por medio de los empleados de la compa-
9. Sobre el rol de la Iglesia como árbitro en la cuestión limítrofe entre Perú y Colombia
y responsable de las misiones en la Amazonía, es de particular interés García Jordán (1994:
255-72).
10. El pago hecho por Arana se considera irrisorio si lo comparamos con la oferta que recibió
Nicolás Suárez —cauchero boliviano— por su territorio en 1905, que fue de 900.000
libras esterlinas. Nuevamente, Suárez recibió en 1910, otra oferta de un consorcio inglés de
12.000.000 de libras esterlinas, que él consideró baja.
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ñía». En consecuencia, lo que los socios pactaron en este documento fue
la instauración de la esclavitud en dicho territorio, como efectivamente se
practicó por más de 25 años (Gómez, 1993: 102). Con tales procedimientos,
Arana tomó posesión de los puestos La Chorrera y el Encanto, que al poco
tiempo se convertirían en centro de atención mundial al producirse los famosos
«escándalos del Putumayo».
El propio proceso de crecimiento y expansión de la empresa y la localización
geográfi ca de «su» territorio cauchero en una región en confl icto
fronterizo, motivó que Arana buscara contar con el respaldo de la corona
británica, a través de la constitución de una empresa con sede en Gran Bretaña.
Esto explica por qué formó una compañía en la que participó directamente
el capital fi nanciero inglés.
Arana viajó a Londres en 1905, y una vez allí, le resultó muy sencillo
y rápido —previa auditoría británica de su empresa— lograr una línea de
crédito de 60.000 libras esterlinas. No contento con esto, Arana decidió organizar
la Peruvian Amazon Rubber Co. que debía contar con un capital de
1.000.000 de libras esterlinas. Para lograr esa meta, se dirigió nuevamente a
Londres en 1907, donde logró interesar a un grupo de inversionistas británicos
que luego de examinar los libros de la compañía «J. C. Arana y Hermanos
» decidieron aportar su capital y constituir la nueva empresa. Se emitieron
300.000 acciones preferenciales al 7% de una libra c/u y 700.000 acciones
comunes también de una libra (Hardenburg, 1912: 201). El Directorio de la
Peruvian Amazon Rubber Co. quedó constituido por las siguientes personas:
Henry M. Read (fi nancista londinense), Sir John Lister Kaye (fi nancista londinense),
John Russel Gubbins (comerciante peruano/británico), Baron de
Sousa Deiro (Presidente de la Goodwin Ferreira Co. Ltd.), M. Henri Bonduel
(banquero francés), Julio César Arana (cauchero peruano), Abel Alarco
(Director Gerente de la empresa) (Hardenburg, 1912: 210).
La caída de los precios de caucho de 1907 demoró un poco la venta de las
acciones de la Peruvian. Arana necesitaba incrementar su producción anual
para atraer con más facilidad a los posibles suscriptores. Este esfuerzo, lo había
venido realizando desde años antes, y ya en 1905 logró exportar más de
1.000,000 de libras de caucho, más del doble que en 1903 (Hardenburg, 1912:
61-2). En 1906, el intercambio llegó a 1.600,000 libras de peso.
A pesar de la demora antes mencionada, para fi nes de 1907, la totalidad
de acciones de la Peruvian Amazon Co. habían sido colocadas en el mercado
inglés, pero siempre la familia Arana mantenía el control y administración de
la empresa. En 1908 se eliminó la palabra «Rubber» de la denominación de
la empresa, quedando como Peruvian Amazon Co. Ltd.
A partir de 1904, la expansión y crecimiento de la actividad económica
de Arana había entrado en una etapa acelerada. Ese proceso se puede observar
mediante varios indicadores diferentes. Uno de ellos fue la cantidad de
caucho recolectado por la Peruvian Amazon Rubber Co. entre 1904 y 1910,
90 Estudios Avanzados 11: 79-98
que fue de 2.947.800 kilos y que tenía —en el mercado de Londres— un
valor de 1.000.000 libras esterlinas (Hardenburg, 1912: 47).
Sin embargo, la situación de la empresa comenzó a deteriorarse con motivo
de las denuncias sobre la situación de los trabajadores, las consecuentes
presiones del Foreign Offi ce contra los socios ingleses de Arana y las complicaciones
surgidas por las revelaciones de Hardenburg y Casement.11
Las mejoras aparentes que se tuvieron que hacer en razón de las variadas
visitas de comisiones ofi ciales a la región habían signifi cado un desembolso
no previsto de 8.000 libras y los costos de las ofi cinas que la fi rma tenía en
Iquitos y Manaos no bajaban de 10.000 libras. Los intereses y créditos no cubiertos
como consecuencia del «desorden» causado por las visitas de inspección
y la disminución en la producción de caucho llegaron a 20.000 libras.
Muchos jefes de sección, alarmados por posibles juicios y castigos a raíz
del informe Casement, habían huido, previos desfalcos de hasta 10.000 libras
esterlinas. Ante el peligro de quiebra, Arana hizo efectiva una hipoteca de
60,000 libras que la empresa tenía en favor de su esposa Eleonora Zumaeta
para así salvar parte de su capital.
Esta situación motivó que en el mes de julio de 1911, el Banco Lloyd’s
dejara de otorgar crédito a la Peruvian; en agosto de ese año quedaban 3
libras esterlinas en la caja chica de Londres y una deuda impaga de 272.470
en la misma moneda. La fi rma entonces comunicó a sus accionistas ingleses
que estaba en falencia económica e inició su liquidación el 27 de septiembre
de 1911.
Respecto del etnocidio llevado a cabo en sus posesiones, Arana mantuvo
su postura de declararse siempre inocente y llegó a presentarse ante la
comisión parlamentaria británica que estudiaba el caso de la Peruvian. No
obstante, los escándalos del Putumayo pasaron a un segundo plano como
consecuencia del desprestigio del cónsul Casement,12 la campaña desplegada
por Arana y la pérdida de importancia del caucho peruano debido al gran
infl ujo del asiático. Luego de un pequeño auge durante la Primera Guerra
Mundial, el precio del caucho volvió a caer y esto último obligó al cierre
defi nitivo de la Peruvian Amazon Co. en 1920.
11. El informe del cónsul Casement fue presentado al Foreign Offi ce en 1911 y publicado
por la Cámara de los Comunes en 1913. En Report and Special Report from
de Select Committee on Putumayo, together with the Proceedings of the Committee,
Minutes of Evidence and Appendices, ordered by The House of Commons to be printed,
5 th. June 1913, London, 1913, 2 vols. Una síntesis de este informe ha sido publicada con
el título de Putumayo: caucho y sangre. Un informe al Parlamento Inglés (1911), Quito, ABYA
- YALA, 1985.
12. El desprestigio del cónsul Casement se originó como consecuencia de sus publicaciones
antibritánicas, cuyo propósito era liberar Irlanda del control inglés. Durante la
guerra viajó a Alemania, donde obtuvo un submarino y un barco cargado de municiones.
Cuando se dirigía a Irlanda fue capturado condenado a la horca por traición (Basadre,
1968, tomo 12: 187-8).
Otero • Fronteras, etnocidio y comercio mundial 91
Captación y control de la fuerza de trabajo o la creación de un «espacio del terror»
La conquista del bajo Caquetá y Putumayo se inició con inusitada violencia
a comienzos del siglo xx, incentivada por: la actividad devastadora propia de
la extracción del caucho, que agotó las especies en otras zonas, el aumento de
los precios internacionales del producto y la existencia de abundante fuerza
de trabajo nativa en el área.
Hasta mediados del siglo xix, esta región constituyó el hábitat tradicional
de sociedades indígenas, cuyos patrones económicos de reproducción se
fundamentaban en las actividades de horticultura, caza, pesca, recolección
e intercambio interétnico. Los grupos nativos que vivían en la región eran
fundamentalmente boras, andokes, ocainas y huitotos.13
Desde la entrada de Julio Arana a la región, se generalizaron los asesinatos
y la violencia en los espacios étnicos de estas comunidades. Tales delitos fueron
cometidos por agentes de esa empresa cauchera y de otras como la Casa
Israelí o la Angarita. El Putumayo constituyó uno de las regiones donde se
verifi có de manera más patética la explotación de los aborígenes, pero estas
situaciones se repitieron en al área del Ucayali, del Madre de Dios y otros
lugares de la selva amazónica.
Los indígenas constituyeron las principales víctimas, aunque no las únicas,
que padecieron los abusos y actos de violencia. Los pequeños caucheros
independientes y los trabajadores blancos y mestizos, fueron también objeto
de persecuciones por parte de estos «señores de esclavos» y empresarios, que
pretendieron el usufructo exclusivo de la extracción y comercialización del
caucho.
Algunas de las formas de explotación de los trabajadores migrantes y de
los aborígenes fueron: el establecimiento de relaciones de endeude, los excesivos
precios de los productos expendidos a los «siringueiros», la transferencia
de cuentas y el uso de balanzas especiales.
Otro aspecto importante fue la expansión territorial de las posesiones de
Arana, basada especialmente en el cruel control que ejercieron los barbadenses
traídos para vigilar a los nativos recolectores de caucho. Los barbadenses,
con Winchester en mano, lograron un férreo dominio sobre los distintos
campos caucheros. Este grupo de guardias barbadenses, de origen africano,
que se convirtió en una suerte de ejército particular de Arana, estaba bajo
el mando de los supervisores de puesto y eran los verdugos de cualquier
castigo o correría que dictaminaba el supervisor. Estos, por lo general, eran
personas que no gozaban de muy buena reputación en Iquitos. El salario de
los supervisores de cada uno de los puestos del Putumayo se calculaba en
13. Uno de los grupos más importantes que habitaban en la región era el de los huitotos.
Para una caracterización de su modo de vida, véase Murdock (1975: 355-73) y López
(1990).
92 Estudios Avanzados 11: 79-98
función de lo recolectado por los nativos. Este sistema de remuneraciones
era el «mejor» de los incentivos para que se desarrollara todo un sistema de
sobreexplotación, violencia, masacre y esclavitud.
El caso de los barbadenses reviste características especiales, pues fueron
contratados por un miembro de la compañía que viajó a la colonia británica.
Al llegar a la región recibieron un pésimo trato, fueron a su vez obligados a
torturar a los indígenas y en caso de rebelión eran asesinados. En esta misma
situación se encontraban los «muchachos de confi anza», indios entrenados
por la empresa para reprimir a sus semejantes. Entre otros, los actos sancionados
brutalmente por los agentes de dichas compañías fueron: la fuga o
abandono de los campamentos o fundos caucheros, la resistencia a cumplir
labores como la obtención de leña, el incumplimiento de las actividades de
preparación y cultivo de parcelas o la entrega de cantidades menores de caucho,
frente a las magnitudes exigidas.
Las formas de castigo más comunes fueron: la aplicación del látigo, el
aprisionamiento en cepos, el encadenamiento en lugares visibles, el ahogamiento
o semiahogamiento frente a las familias de las víctimas, la violación
de mujeres en presencia de sus hijos y cónyuges, la mutilación de partes del
cuerpo, la exposición de personas desnudas, atadas y colgadas de las manos,
el lanzamiento de indígenas atados de pies y manos a cañadas y corrientes de
río, la aplicación de sal en las heridas, la incineración con kerosén de aborígenes
vivos o el fusilamiento.
Estas sanciones fueron aplicadas indiscriminadamente en los cuerpos de
hombres mujeres y niños. Un capítulo aparte fue el temprano aniquilamiento
o la imposición de castigos más crueles a ancianos y caciques, que desempeñaban
roles importantes en las sociedades amazónicas. Ellos ocupaban un
lugar relevante en la estructura jerárquica tradicional, en la toma de decisiones
y en el conjunto de actividades de la vida comunitaria. Los tormentos
infl igidos a los indígenas se practicaron públicamente con el propósito de
generar escarmiento entre los espectadores, es decir, para mantener cautiva
la fuerza de trabajo nativa bajo el mecanismo del terror como fórmula de
control social. 14
En síntesis, la trata de esclavos indígenas, el establecimiento de relaciones
de endeudamiento con los miembros de diversos grupos nativos y la instauración
generalizada del escarmiento público fueron los principales sistemas
de captación y control de la fuerza de trabajo para la extracción y comercialización
del caucho en la región amazónica.
14. Estos datos son conocidos a través de las declaraciones realizadas por los sobrevivientes
de las masacres a diversas misiones ofi ciales enviadas por los gobiernos colombiano
y peruano, así como por el informe Casement. También es de fundamental importancia
el informe del juez peruano Carlos Valcárcel, publicado en Lima (1915) y reeditado en
Valcárcel (2004).
Otero • Fronteras, etnocidio y comercio mundial 93
Confl ictos limítrofes, grupos de poder y sistema esclavista
En 1909 esta situación fue difundida en medios internacionales, conmocionando
la opinión pública mundial. En efecto, el ingeniero estadounidense
W. Hardenburg describió los detalles del etnocidio que se estaba llevando a
cabo en la zona del Putumayo, en artículos publicados en la revista londinense
Truth.15
El gobierno inglés, presionado por la opinión pública de su país, reivindicó
su rol de potencia hegemónica y defensora del mundo «civilizado».
Además por ser muchos de los implicados en el asunto de origen británico
—dueños de la empresa y parte de sus empleados, los vigilantes barbadenses—
el gobierno encargó una investigación al cónsul inglés en Río de
Janeiro, Roger Casement.16
La conclusión del informe señalaba que en doce años de esclavitud y
violencia se habían producido 4.000 toneladas de caucho, que representaban
un valor aproximado de 1.500.000 libras esterlinas, pero que para lograrlo
habían sido asesinados 30.000 nativos.17 No obstante, los niveles de maltrato,
explotación extrema, violaciones y esclavitud que sufrían los grupos
aborígenes venían desde muy atrás. El subprefecto del bajo Amazonas había
reportado en 1903 —vía artículos en periódicos— la asistencia de prácticas
esclavistas con los recolectores indígenas de caucho que databan desde 1880
y 1890.
El diario El Comercio de Lima, en una de sus ediciones del mes de febrero
de 1906, hizo hincapié en las atrocidades cometidas contra los nativos en la
zona del Putumayo y que éstas no eran la excepción sino la regla. En 1907,
el periodista Benjamín Saldaña Roca publicó varias notas acerca de las atrocidades
que se cometían en los puestos caucheros de Arana. En Iquitos hubo
una cierta reacción popular en contra de la forma cómo se exterminaba a
los grupos originarios. En esta línea, se pueden revisar los artículos aparecidos
en los periódicos La Felpa de Iquitos del 29 de diciembre de 1907, o
La Sanción, también de Iquitos, en sus ediciones del 22 y 29 de agosto y 10
de octubre de 1907. En ellos se objetaban severamente las prácticas de esta
empresa, cuyas autoridades hicieron suspender dichos periódicos. El 14 de
septiembre el Jornal do Comercio de Manaos criticó igualmente el trato dispensado
a los nativos.
15. Números del 22 y 29 de septiembre y 6 y 13 de octubre de 1909. Luego escribió, en
1912, el libro citado The Putumayo: The Devil’s Paradise.
16. Casement, de origen irlandés, era conocido por sus investigaciones y denuncias
sobre las atrocidades cometidas en el Congo belga. Véase la introducción a la primera
edición (1912): The Putumayo: The Devil’s Paradise, realizada por el editor Reginald Enock,
miembro de la Sociedad Antiesclavista de Londres, p. 33
17. Véase el citado informe del cónsul Casement, presentado al Foreing Offi ce en 1911 y
publicado por la Cámara de los Comunes en 1913.
94 Estudios Avanzados 11: 79-98
Algunas autoridades ofi ciales también tomaron posición en favor de los
aborígenes. Así, en 1906 se escribió un informe en el Ministerio de Obras
Públicas en el que se planteaba claramente lo denigrante del sistema empleado
en la selva contra ellos. A pesar de todos los escritos y pronunciamientos
anteriores los indígenas seguían siendo vendidos en Iquitos entre 1905 y 1910
a precios que fl uctuaban entre las 20 y 40 libras esterlinas cada uno.
El gobierno peruano de Augusto Leguía, que vio puesto en tela de juicio
su prestigio internacional, envió una Comisión Judicial presidida por el juez
Rómulo Paredes, para la investigación del caso. Se dictaminaron una serie
de sanciones y arrestos, pero la justicia de Loreto las anuló y Arana con su
infl uencia logró detener las indagatorias.
Esa medida refl eja claramente el poder de las «élites regionales»18 en el
Perú. Arana tenía un poder casi ilimitado, que le permitía controlar todas y
cada una de las instituciones y la vida política de la región. Su abogado, Julio
Ego Aguirre, amigo personal del presidente Leguía, contó con el apoyo de
Arana para su campaña política a fi n de lograr una senaduría por Loreto
en 1907. Miguel A. Rojas, el otro senador por Loreto en 1907, también fue
«puesto» por Arana. Luego estos dos ex senadores fueron ministros, de Gobierno
uno y de Fomento el otro, durante el primer gobierno de Leguía. El
poder de Arana en este caso no necesita mayor comentario.
También se levantaron sospechas contra la cancillería colombiana, sugiriendo
su connivencia con Casement, para desprestigiar a Perú e infl uenciar
sobre el tribunal arbitral que debía fallar sobre el territorio del Putumayo, en
litigio entre los dos países. En tanto, los colombianos acusaban a sus vecinos
por los abusos cometidos contra los habitantes de la selva, pero no ponían
el mismo énfasis en la implementación de medidas concretas para modifi car
la situación.
Las autoridades peruanas, que además temían la injerencia británica en
la zona, sostuvieron que el escándalo obedecía a una jugada de bolsa de los
ingleses. Siguiendo tal argumentación, estos pretendían controlar el mercado
cauchero, desplazando a los miembros peruanos de la Casa Arana.19
18. Estos hombres establecidos en regiones periféricas del Estado, en situaciones de choque
brusco entre dos lógicas socioeconómicas y culturales, poseían simultáneamente el
poder económico y político, inspirado generalmente en el rigor o miedo. Habitualmente
estaban vinculados con otro «jefe» en la capital de la República y muchas veces la acción
de los dirigentes locales o nacionales estaba condicionada por su dominio. En cuestiones
políticas y jurisdiccionales exigían ser obedecidos absolutamente, no interesaban las ideas,
lo que importaba era la fi delidad a su fi gura. Tales «caudillos regionales» exponentes propios
de la sociedad cauchera recibieron distintos nombres en los países hispanoamericanos, donde
por la misma época de desarrollaba el rush gomífero, por ejemplo: seringalista o coronel,
en Brasil, patrón en Bolivia y Colombia o barones del caucho, en Perú (Araujo, 1956).
19. Informe del delegado apostólico en Perú a la Secretaría de Estado Vaticana, Lima
16-8-1912. En Archivo Secreto Vaticano, Nunciatura Perú, A. Scarpadini - C. 75 - F. 4 - F.
72. Citado en García Jordán, 2001: 257.
Otero • Fronteras, etnocidio y comercio mundial 95
Cabe señalar que Arana había sido, en 1902, Alcalde de Iquitos y un año
después, presidente de la Cámara de Comercio. Por otra parte, había puesto
a disposición los gobiernos de Leguía y Prado un número no menor de 500
hombres armados en caso que Colombia decidiese no seguir respetando el
«modus vivendi» establecido entre ambas naciones. El poder que ejercía Arana
le permitió suspender las investigaciones que se estaban realizando acerca
de las atrocidades del Putumayo, pero no pudo evitar ciertos problemas que
comenzaron a surgir a partir de 1911 y culminaron con la disolución de su
empresa en 1920.
En ese mismo año, Arana lanzó su candidatura a senador por Loreto. Una
vez elegido, logró que se eliminaran los impuestos a la exportación del caucho
con la esperanza de revivir la industria perdida, pero todo esfuerzo fue
inútil: no había forma de competir con Asia. Finalmente se dice que la mano
de Arana estuvo presente en 1921, cuando el cuartel de Iquitos se rebeló y
quiso llevar adelante un intento de corte separatista. Muchos autores aseguran
que ese movimiento no fue por otra causa que por la tremenda crisis y
total abandono en que se encontraba Loreto, a consecuencia de la caída del
caucho. Donde sí se asegura que Arana participó fue en el levantamiento del
1 de septiembre de 1932, que culminó con la toma de Leticia. Este último
fue motivado por el tratado Salomón-Lozano, fi rmado secretamente en 1922
y recién hecho público en el Congreso en diciembre de 1927, a raíz del cual
toda la zona cauchera de Arana pasó a manos de Colombia.20
Mientras los diversos actores del contexto que rodeaba a los indígenas
dirimían sus pugnas y el «escándalo del Putumayo» dejaba de preocupar a
la opinión pública, la situación no se modifi caba en absoluto; muy por el
contrario, el sistema de explotación continuó intacto.
Consideraciones fi nales
Tomando como punto de partida lo expuesto, creemos que esta ponencia
constituye una presentación de posibles líneas de trabajo que contribuyan a
dotar de una signifi cación más amplia y omnicomprensiva del concepto de
frontera en América Latina.
El marco regional está dado por las características específi cas de la región
del Putumayo, que deben ser entendidas en relación a un espacio mayor: la
Amazonía. Esta vasta región latinoamericana se ha confi gurado a lo largo de
su historia como frontera interior e internacional, lo que motivó la presencia
de numerosos elementos comunes en relación a su problemática socioeconómica
y cultural.
20. Para la posición peruana véase Chocano (1934), Valcárcel (1931) y Basadre (1968). En
cuanto al punto de vista colombiano: Donadio (2002); Rivas (1961) y Vázquez Carrizosa
(2000).
96 Estudios Avanzados 11: 79-98
En el caso estudiado convergen cuestiones tales como: la disputa limítrofe
entre dos Estados de América Latina que establecían una relación opuesta
entre el poder estatal frente a otros países y la ausencia del aparato institucional
que protegiera a sus propios ciudadanos, la intervención de una potencia,
en este caso Inglaterra. A lo que debe añadirse la presencia de un producto
crítico explotado por una empresa integrada con capitales extranjeros en
connivencia con un actor social típico de la región: el cacique, Julio C. Arana,
que obraba como intermediario entre el aparato estatal y los grupos dirigentes
locales y violaba sistemáticamente los derechos básicos de los habitantes
de la región. En cuanto a las damnifi cados por el etnocidio, consideramos
fundamentalmente a los aborígenes amazónicos, víctimas e instrumentos de
los diversos sectores de interés y carentes de métodos efectivos de defensa.
En efecto, no tenían instituciones que respondieran a los parámetros de la
«civilización», ni conocían sus leyes, lo favorecía la sobreexplotación y el
despojo.
Consideramos importante el análisis de la posible existencia de una identidad
de contraste en estos grupos indígenas. Al respecto, los testimonios de
la época muestran que hubo actos de resistencia colectivos, si bien la pedagogía
del terror disminuyó considerablemente la fuerza de éstos. También
cabe tener en cuenta que los opresores elaboraron un discurso que trataba de
justifi car sus delitos, refi riéndose a los indígenas como: salvajes, incivilizados,
irracionales, hordas antropófagas y otras denominaciones similares. Por último,
cabe destacar que en un contexto diferente, aún en el siglo xxi, persisten
muchas de estas prácticas en la región.
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***
recibido 18/08/08 • aceptado 25/05/09
Delia del Pilar Otero es profesora del ciffyh de la Universidad Nacional
de Córdoba y de la Universidad Católica de Córdoba. Su correo
electrónico es pilarotero1918@gmail.com.


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