terça-feira, 24 de maio de 2011

10815 - INVASÕES ROMANAS DA BRITANNIA

A&D
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La Historia de Inglaterra (I)
PRIMERA PARTE
Del Paleolítico a los Normandos
(Siglo XXX a.C. a siglo XI d.C.)
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(Música)


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Desde las playas francesas de Calais se divisan con claridad las blancas costas de Dover, como una permanente t entación para el invasor procedente del Continente. Pero no siempre estuvo Inglaterra aislada por la estrecha y poco profunda lámina de agua del Canal de la Mancha. Hubo un tiempo, en que los animales y, tal vez, los primeros pobladores llegaron por tierra hasta la lejana Thulé, y se piensa que las aguas del Támesis se unían, en un solo cauce, con las del Rin antes de desembocar en el Mar del Norte.
Muy distinta hubiera sido la Historia de las Islas Británicas si la pendiente del suelo inglés hacia el Continente hubiese sido contraria, ofreciendo al invasor las abruptos acantilados y las colinas del Este en lugar de las suaves y accesibles playas del Oeste. Otra hubiera sido Inglaterra de no haber recibido las influencias latinas y teutónicas que han conformado el peculiar estilo de sus habitantes, tan diferente del francés o germánico.

Su situación geográfica, puente hacia Norteamérica, y su flota, le permitieron mantener una libertad interior muy superior a la de las naciones continentales, así como crear y mantener un imperio que alcanzó gran parte de las tierras del mundo.

La huella del hombre en Britania, a pesar de las presiones glaciares, se remonta al Paleolítico Superior. Las primeras páginas de la historia inglesa están cubiertas de alfabetos indescriptibles, de monumentos megalíticos ("mega", grande; "litos", piedra) y prehistóricos, entre los que destacan los enterramientos colectivos en forma de pequeñas colinas. En el último período de la Edad de Piedra existió una importante cultura; las concentraciones megalíticas de Avebury, el templo de Stonehenge, la fortificación de Maiden y otras edificaciones como las del poblado de Skare Bree, confirman la existencia de colectivos humanos numerosos, unidos por una acción común y bajo una autoridad aceptada. Muchos de esos primitivos lugares sagrados fueron objeto de cultos posteriores. Los esqueletos con cráneo alargado o redondo, encontrados en los enterramientos colectivos, hace suponer que desde los Iberos existió una civilización angloeuropea bastante homogénea, como , muchos siglos después, lo fue la cristiandad.


Desde el Neolítico, 3000 años a.C., y tras la última recesión glaciar, diversos pueblos fueron asentándose en las verdes islas de suaves brumas. La más temprana, procedente de la Francia atlántica y de España, se estableció a lo largo de la parte occidental de la isla. La segunda oleada, de individuos neolíticos bálticos y la Alta Silesia, que practicaban la agricultura, ocuparon las llanuras sudorientales; pero la de mayor trascendencia histórica fue la de los pueblos de origen alpino, comúnmente denominados Celtas, que aparecieron en la isla a partir del siglo V a.C.. Más tarde se sucedieron las invasiones de los Romanos; de los Anglos, Jutos y Sajones; de los Daneses (Vikingos); y finalmente la de los Normandos, allá por los siglos IX y X. Con la invasión de los Normandos se consolida el Estado en Inglaterra.

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Los Celtas

Los celtas fueron tribus pastoriles y guerreras con un notable grado de civilización técnica y cultural y procedían de los valles del Danubio. Dominaban la elaboración de los metales, incluida la del hierro y trabajaban los campos con el arado; poseían una unidad lingüística y obedecían a una clase dirigente constituida por sacerdotes, los Druidas, que eran una especie de santones parecidos a los brahmanes de la india; su "Sancta Santorum" fue la isla Nona (Anglessey) y los más afamados instruían incluso a gentes procedentes de la Galia, creando escuela. Creían en la Metempsicosis, "...la muerte es una mudanza y los muertos constituyen una reserva disponible de almas preparadas para la reencarnación". Fundamentaban su religión en el culto a la naturaleza. Adoraban al Roble y creían que el hombre emergía de los infiernos en forma de árbol, al que rendían culto como a una divinidad benéfica dispensadora de vida; para ellos, los árboles, eran el signo tangible, por su periódico retornar, de la fecundidad de la tierra; cortar sus ramas en Primavera y cubrir con ellas las casas suponía atraer al lugar la fuerza vivificante del espíritu arbóreo. La liturgia celta se basaba en ritos relacionados con los ciclos de los vegetales, con el ritmo de las cosechas y la acción del sol. Como en otras razas de origen ario, se mantenía viva la creencia en el espíritu del trigo; al final de la cosecha se procuraba matar dicho espíritu, con el fin de que su muerte resultara fecunda par la siguiente cosecha. En nuestros días, el vestigio más evidente de aquellos ritos es el Mumming Play, así como el May Day conmemora el nacimiento de la Primavera, y el May Pole el culto al árbol, que hoy simboliza un alto palo, pintado de colores, que es encintado por los participantes que giran danzando a su alrededor durante la celebración de la popular fiesta.

Los escritores griegos describían a los celtas como una raza de alta estatura, cuerpo linfático, piel blanca y cabello rubio. Un pueblo que gustaba de guerrear, incluso entre sus diversos clanes. Hacían modelo de su raza pintándose al pastel el rostro y el cuerpo y decolorándose el cabello. Los romanos llamaron "Picty" (hombres pintados) a las tribus de Escocia, refugio celta inexpugnable tras la invasión romana y anglosajona.


Los celtas se asentaron en las islas en dos oleadas: la primera, la de los goideles o gaeles, dio su lengua a Irlanda y a las tierras altas de Escocia, y la segunda fue la formada por los Prythones (bretones) de igual lengua que los bretones y galos franceses. Ambas lenguas desaparecieron tras las invasiones germánicas, conservándose algunas voces domésticas, salvadas por las mujeres que se unieron a los conquistadores. "avon", río y "ox", agua son raíces célticas y hay otras palabras como "cradle", cuna. "London", en latín Lundinium, es un nombre de origen celta parecido al de la localidad francesa Londiniers. Por su parte los escoceses reimportaron "clan", "plaid", "kilt", y los irlandeses "shamrock", "log", "gag" y "slogan" que significa grito de guerra. En cuanto a la voz "Prython" (bretón) que significa "país de los hombres tatuados", se debe al expedicionario griego Pytheas (año 325 a.C.) que bautizó las islas con el nombre de "Pretannicas", denominación que se ha conservado casi intacta con el paso de los siglos. Los bretones que Pytheas conoció, en su expedición por el Atlántico, cuyas mareas descubrió, bebían una mezcla de grano fermentado y miel y comerciaban con el estaño en los puertos galeses del Continente, comercio que justificó la acuñación de monedas de oro que llevaban grabada la imagen del dios Apolo, confirmación del origen mediterráneo de la civilización celta.

Por testimonio de Julio Cesar, conocemos que cada tribu y poblado se dividía en dos bandos que elegían sus representantes para la defensa de sus respectivos intereses. Los celtas difícilmente hubieran sido dominados si sus permanentes reyertas no les hubiera hecho especialmente vulnerables. La familia y el clan eran la unidad social y es fácil comprobar como ha sobrevivido ese esquema social en las sociedades de influencia celta, incluso en aquellas naciones de fuerte inmigración irlandesa.

Los clanes tenían pasión por diferenciarse, entre ellos, mediante emblemas y blasones de gran colorido que se han mantenido con el correr de los tiempos; la profusión de colorines escoceses son una buena muestra de ello. La tradición agrícola del pueblo inglés es, en gran medida, de influencia germánica, pues originalmente, los celtas, fueron más propensos a la caza, a la pesca y a la ganadería. En el País de Gales, significado reducto celta, los poblados se trasladaban, hasta la Edad Media, en función de sus necesidades de caza, pesca y pastos, y de sus cultivos, cuando lo requería el descanso de la tierra tras varias cosechas.
Los celtas de las islas, peor armados que los de las galias, combatían de forma similar a la de los guerreros homéricos. La infantería era transportada en carros hasta el lugar de la batalla, en lugar de hacerlo a lomos de la caballería, y allí echaban pie a tierra.

Los celtas aportaron a la literatura y la música el sentido oriental de lo mágico y lo misterioso y una concepción dramática de la vida. Tras su derrota por los romanos, como seres inteligentes y dúctiles, supieron imitar las costumbres romanas en las zonas de ocupación. En la formación de la Inglaterra moderna, los elementos célticos, preservados durante siglos en el Norte (Escocia) y en el Oeste (Gales e Irlanda), han tenido especial incidencia en la Historia moderna de las islas, siendo numerosas las personalidades de origen escocés, galés e irlandés que han destacado al frente de los gobiernos de Su Majestad y de los ejércitos ingleses. Igualmente son muchas las tradiciones de origen celta que se mantienen vivas en Gran Bretaña (Inglaterra, Escocia y Gales) e Irlanda.



La conquista romana

Julio Cesar, una vez conquistadas las galias, necesitaba obtener victorias con las que deslumbrar a Roma; la verde isla Pretannica se convirtió, por esto, en el objetivo natural. A finales del verano del año 55 a.C. inició una expedición con dos legiones, pero los bretones advertidos, y aunque el arte militar romano era muy superior al celta, rechazaron la invasión en las playas de Dover, haciendo fracasar el desembarco. Poco después llevó a cabo una segunda expedición de mayor éxito pero que no se tradujo en importantes beneficios, pues en el año 52 a.C. los britones dejaron de pagar los impuestos a Roma. Sin embargo, Julio Cesar trató de convertir sus expediciones en un éxito político ante el senado romano, pero los senadores hicieron todo tipo de bromas sobre la pretendida victoria. La invasión de las islas quedó así olvidada, hasta que casi un siglo después, en el año 43 d.C., el meticuloso emperador Claudio envió cuatro legiones y la caballería; cerca de 50.000 irrumpieron en la isla y solo los galeses y los escoceses impidieron la invasión total. Los britones ofrecieron feroz resistencia durante 50 años. Entre los años 77 y 84 , el gobernador romano Cneo Julio Agrícola realizó una intensa labor de pacificación y romanización y llevo las fronteras hasta los Highlands de Escocia. Pero los brigantes y pictios escoceses rompían una y otra vez las fronteras adentrándose hacia el sur, llegando en una ocasión a realizar una incursión que causó la aniquilación de la IX legión. Los emperadores Adriano y Antonino Pio, siguiendo la política iniciada por Diocleciano, hicieron levantar una gran muralla fortificada como protección del territorio conquistado. El Wallum Hadriani se extiende todavía, de Este a Oeste, desde el Wallsend hasta Bownes on Solvay, con un recorrido de 117 km.; catorce fuertes con guarnición, unidos por la muralla, completaban la pétrea y eficaz defensa romana.


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Diocleciano dividió el poder en Britania en tres autoridades, un gobernador, el comandante en jefe "Dux Britania" y el conde de la costa sajona que dependía del prefecto de las galias y no del gobernador.

Las ocupaciones romanas respondían siempre al mismo esquema, construcción de fortificaciones y calzadas para rápidos desplazamientos de tropas y mercancías. La invasión solo alteró superficialmente las costumbres celtas a pesar de predominio político, de la extensión del latín y de la difusión que el cristianismo tuvo a partir del siglo II. Los celtas se acostumbraron al nuevo estilo de vida, la política de Roma se basaba en el respeto de la mayor parte de las tradiciones e instituciones locales de los pueblos sometidos, "no era la expansión de una raza sino de una cultura". Los hijos de los legionarios con las nativas vivían en las afueras de los campamentos y fortificaciones y terminaban alistándose en el ejército llegada la edad. ¿Quién hubiera reconocido al bárbaro galo en este elegante romano de cabellos rubios y blanca tez?.

Para Roma, Britania fue una colonia de explotación que fue beneficiosa para el pueblo sometido. Se introdujo la noción de urbanismo y el mortero en las construcciones. Se levantaron ciudades, villas, termas, instalaciones hidráulicas y alcantarillas. La mayoría de las ciudades, hoy terminadas en "cester" y "chester" fueron en un principio campamentos romanos (chester= castro = campamento). Londres "Lundinium" fue la encrucijada de las calzadas que se construyeron en todas direcciones, de ahí el rápido crecimiento de la ciudad. Se construyeron las primeras iglesias, pequeños edificios cuadrados rodeados de una galería (Bath y Colchester). Se importaron obras de arte del imperio y la cerámica se convirtió en una industria especializada.

Muchos celtas eran bilingües, el latín era la lengua culta y el dialecto céltico la lengua de la masa popular. Los romanos aniquilaron a los druidas e identificaron con Marte al dios Tetantés. Por su parte, el cristianismo tuvo escasa penetración y en el siglo III estaba reducido a una pequeña y mísera diócesis que no pudo pagar el viaje al Continente de su obispo Restitutus para asistir al sínodo de Arlés.

La desaparición casi total de la cultura grecorromana en Inglaterra fue un hecho sorprendente y de difícil explicación. Las palabras inglesas de origen latino son escasas, apenas pueden citarse otras que "Cesar"; street (estrata=vía); "mile", del mille romano; "wall" del Vallum romano.

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Continúa con:
Desde la Invasión Anglosajona a la invasión de los Normandos de Guillermo el Conquistador
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Indice general:
La Historia de Inglaterra - Primera Parte
Desde el Paleolítico a los Normandos
(Del siglo XXX aC. al XI)
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Del Paleolítico a la Invasión Romana (I)
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De la Invasión Anglosajona a los Normandos (II)
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Segunda parte de la Historia de Inglaterra
De los Normandos a los Windsor.
(Desde el siglo XI al XXI)
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De la Casa de Normandía a la Tudor (III)
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De la Casa Estuardo a la Windsor (y IV)
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