terça-feira, 1 de novembro de 2011

11124 - ALFREDO I, O GRANDE ( INGLATERRA - HISTÓRIA DA INGLATERRA)

La Historia de Inglaterra (II)
(continuación)
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La invasión anglosajona
Desde el siglo el siglo III, la Inglaterra romana venía sufriendo serias incursiones de los sajones que desvastaban las poblaciones costeras del Oeste antes de ser rechazadas. A finales del siglo IV, la mayor parte de las legiones habían partido hacia el Continente para reforzar la defensa de un imperio que daba sus últimas boqueadas en su parte occidental. Incluso cuando Estilicón pidió refuerzos para defender Roma de los ataques de Vándalos y Borgoñeses las legiones que acudieron estaban formadas en gran proporción por soldados celtas. Ante la progresiva falta de protección en que se iba encontrando la isla, a principios del siglo V, Britania fue invadida por los Pictios y Escotos del norte. Los Bretones , ante la avalancha, pidieron auxilio a los sajones del Continente, que una vez repelieron la agresión, y ante la debilidad que observaron en la defensa interna, convirtieron el auxilio inicial en una invasión en toda regla. Los Anglos y los Jutos también se sumaron a esta aventura e invadieron Britania.

Los Sajones, procedentes de la región que se extiende entre el Elba y el Rin, se establecieron en la parte meridional del Támesis, en lo que serían más tarde los reinos de Wessex (Oeste), Essex (Este) y Sussex (Sur).

Los Anglos procedían del territorio comprendido entre el Elba y la península de Jutlandia y se asentaron al norte de Essex (reino de East Anglia) en la región entre los ríos Humber y Firth of Forth ( reino de Northumbria) y también en la zona central al este de Gales (reino de Mercia).

Los Jutos, menos numerosos y procedentes de Jutlandia se instalaron en Kent y en la isla de Wight (reino de Kent).

Todos estos pueblos eran politeístas, hablaban la misma lengua y usaban las mismas armas. En el siglo VII, los siete reinos mencionados se había consolidado gracias a las frecuentes alianzas entre miembros de las distintas familias que habitaban cada región.

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De todas formas la conquista no fue fácil pues los britones/celtas opusieron durante mucho tiempo gran resistencia a la invasión; de esa época procede la leyenda del Rey Arturo que narra las gestas de Arturo y sus caballeros contra la invasión anglosajona. Los bretones no sometidos se refugiaron en las colinas del Oeste y serán sus descendientes los que junto a Irlandeses y Escoceses propaguen el cristianismo que bajo la dominación romana ya se había extendido, a finales del siglo IV, de Irlanda a Escocia por obra de San Columbano, enviado de la iglesia irlandesa. Los celtas también encontraron refugio en el Continente, estableciéndose en la Bretaña francesa, "La pequeña Britannia".


Los sajones eran hombres de temperamento vehemente "...de grandes cuerpos, tez blanca con grandes ojos azules y cabello rubio rojizo...". Sus mujeres eran castas y los matrimonios puros. Hombres serios y leales, cuya principal afición era la guerra. Los nativos huían de los poblados ante su sola proximidad, pero los sajones, después del saqueo no querían habitar, por superstición, las ciudades conquistadas y construían sus viviendas en sus afueras. Se asentaban en comunidades de diez a treinta familias gobernadas por el "Thane", autoridad también encargada de recoger los impuestos. Entre estas comunidades se iban tejiendo alianzas que daban origen a unidades políticas más grandes que llegaron a configurar los siete reinos citados y más tarde el reino de Inglaterra.
El Witan era el consejo de sabios que decidía la sucesión al trono en cada reino, siempre entre los miembros de una misma familia, pero el título de rey no era siempre hereditario.
Los reinos se dividían en "shires", de ahí el nombre de condados actuales como Yorkshire, Wilshire, Oxforshire, etc. que coinciden en extensión con los reinos de entonces. El "shire" se componía de "hundreds" o grupos de cien familias a cuyo frente estaba un "sheriff" o representante del rey; los "hundreds", a su vez, se descomponían en "tuns" (towns) o aldeas. Como es fácil entender, esta organización social se fue consolidando con el paso de los siglos.

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La justicia era ejercida por una asamblea "El Tribunal del Shire". A cada hombre se le asignaba un valor económico. Cantidad que era recibida por él o su familia en caso de accidente o muerte (el principio asegurador había nacido). Este valor o cantidad era la misma que el asegurado debía pagar al rey en caso de tener que rescatar su vida. El precio de un noble era seis veces el de un hombre libre y su juramento también tenía seis veces más valor. Hecho de extrema importancia a la hora de resolver los pleitos en los que cada una de las partes en litigio debía aportar testigos que decidían el juicio en función del número de juramentos aportados por cada parte. A falta de testigos los encausados eran sometidos a curiosas pruebas, como las del agua y el fuego. La del agua consistía en sumergir al juzgado, si el cuerpo se hundía a plomo significaba culpabilidad. La del fuego suponía aplicar un hierro candente en la mano o el cuerpo del acusado, si la herida sanaba en pocas días el hombre era absuelto.

Los anglosajones siempre conservaron la predilección por resolver sus diferencias mediante las asambleas o comités locales, lejos de recurrir a las burocracias centrales; esta costumbre les salvó a lo largo de la historia de inútiles reyertas desintegradoras e incluso de guerras civiles.

La religión

Los sajones que invadieron Inglaterra tenían sus dioses. Thor, Odín, Freya, etc. que dieron nombre a los días de la semana, Thursday, Friday, vivían en el Walhalla, donde las Valkirias, vírgenes guerreras, transportaban los muertos en combate para introducirles en una nueva vida sobrenatural llena de placeres. Al principio se resistieron tercamente al cristianismo que ya se había extendido por el Continente. San Agustín, enviado por el Papa Gregorio el Grande que se sirvió de los monjes benedictinos para la conversión de Britania, fue el evangelizador que consiguió la conversión de Ethelberto de Kent (560-616) que fue el primer rey cristiano y santo sajón.

La táctica empleada para la evangelización de Inglaterra se basaba en "...no se sube a saltos a la cima de la montaña, sino poco a poco, paso a paso". Se utilizaron los templos paganos, cambiando reliquias e iconos, y la catequesis comenzó por impartirse en primer lugar a las clases altas. Agustín y cuarenta monjes se instalaron en Canterbury, capital del condado de Kent, y, desde entonces, sede oficial de la Iglesia Romana en Bretaña; y Agustín recibió poderes del Papa para nombrar obispos. La relación entre los bretones cristianos y los nuevos católicos romanos se hicieron cada vez más tirantes, hasta que los primeros rompieron su relación con Roma. Los primeros evangelizaban a las clases bajas y los segundos a las altas, prestando especial atención a las mujeres. Y así quedaron las cosas hasta que en el siglo VIII, Oswy, rey de Northumbria convertido al cristianismo por los Bretones cristianos, consiguió de nuevo la unificación de los ritos y toda Inglaterra formó parte de la Iglesia Romana.

Desde la conversión de Ethelberto, el condado de Kent detentó una clara hegemonía política sobre los demás reinos, pero fue el rey Egberto (802-839) quien logró imponerse, convirtiéndose en el primer soberano inglés, precursor de la actual Isabel II. Pero esta situación se vio pronto amenazada por la masiva invasión Danesa.

La literatura sajona

Su mejor representación es el Beowulf, adaptación a la ideología cristiana de la epopeya nórdica, que fue realizada por un monje inglés. La obra ha sido comparada con la Iliada de Homero, donde Hércules asume el papel de Aquiles, un Hércules que tiene mucho que ver con el Sigfrido teutón. Tanto en los poemas anglosajones como en los homéricos están representadas las edades heroicas, aquellas épocas en las que el hombre se hace más independiente de los clanes y familias. Las pasiones individuales prevalecen sobre las políticas y el héroe es un ser valeroso, fiel a unos ideales y capaz de realizar insólitas hazañas. Un tipo de personaje que da paso, entre los siglos X y XIII, a la figura del "Caballero".

Las invasiones danesas.

Las tribus paganas de Suecia, Noruega y Dinamarca apenas tuvieron contacto con la civilización romana, pero sin embargo habían visto sufrir a los sajones del Continente la influencia del cristianismo de tiempos de Carlomagno y asumieron que las naciones cristianas eran sus enemigos naturales. Esta fue una de las causas de las invasiones nórdicas que las naciones cristianas continentales venían sufriendo desde la caída del Imperio Romano, especialmente por parte de suecos y noruegos. Los Vikingos daneses comenzaron a invadir las islas británicas en el siglo VIII. Primero cayó Irlanda y después lo hicieron Northumbria, Mercia y Wessex. Durante los siglos IX y X se entabló una permanente lucha entre ingleses y daneses por el predominio en el resto de los reinos y, en cierta medida, también en los territorios ya conquistados.

Los Daneses, aunque bárbaros, tenían leyes, dominaban la artesanía y disfrutaban de cierto desarrollo literario. Dominaban el mar a pesar de sus embarcaciones de poco calado y envergadura y eran grandes y temibles guerreros; sus relucientes y eficaces cotas de malla, el casco de acero y el excelente dominio del hacha de guerra, potenciaban su valor en la batalla. El inmediato efecto de las invasiones danesas sobre los anglosajones fue la creación de un ejército profesional, como mucho antes, desde la caída del Imperio Romano, había ocurrido en otras naciones continentales.

A los soldados profesionales se les pagaba mediante la concesión de tierras y el oficio militar se convirtió en la profesión de una clase a la que los demás respetaban por suponerles protección permanente. Hasta entonces, todos los hombres debían defender sus territorios y las armas eran parte del ajuar familiar. La modernización del armamento fue también fundamental para la constitución del ejército profesional, ya que su coste no estaba al alcance de los que por todo equipamiento de guerra habían dispuesto de arco, flechas y espada. Como en el resto de Europa, la creación del ejército conllevó, como una necesidad, la aparición del feudalismo ya que el estado central no era lo suficientemente fuerte; aquel "ninguna tierra sin su señor" dio paso a un radical giro de la organización social. Por otro lado, las invasiones danesas hicieron disminuir drásticamente los enfrentamientos entre los reinos anglosajones y aunque el reinado de Egbert de Wessex se vio seriamente comprometido la oposición generalizada al invasor dio más tarde sus frutos.

Los reyes anglosajones sabían hacer de su nobleza una aristocracia de servicio más que de nacimiento. El rey sajón no era un rey absoluto, ni la monarquía era hereditaria. El Witan, consejo de sabios, decidía con él o por él y el rey no era nada sin sus "Thanes", ni ellos sin él. La imagen del soberano justo, celebrando consejo para el bien de todos, era una imagen sólidamente impresa en los súbditos, y así ha quedado grabada en el espíritu inglés. Reyes providenciales, como Alfredo el Grande (871-899), han ido surgiendo a lo largo de la historia inglesa, cada vez que la institución parecía palidecer o los acontecimientos adversos lo requerían, reyes, como Eduardo I, Enrique VII o la reina Victoria, entre otros, fueron un buen ejemplo en la positiva historia de la monarquía inglesa.

Alfredo el Grande (871-899), hijo del rey Aethelwulf, fue un rey casi legendario; educado en el fragor de los combates con los daneses, decían de él: "...tiene la energía de los de salud quebradiza que quieren ser fuertes". Alfredo se distinguió en la lucha contra el danés; el Witan lo eligió rey y después de sus primeros fracasos, en la lucha contra los invasores, se refugió en la Isla de Athelney. En esta isla se encontró enterrado, en el siglo XVIII, el famoso "Joyel de Alfredo", pieza de incalculable valor que hoy se exhibe en el museo de Oxford. Alfredo consiguió reunir un ejército entre los campesinos y llegó a acorralar a los daneses, consiguiendo su rendición. Guthrum, el rey danés, y veintinueve de sus jefes recibieron bautismo cristiano. A partir de entonces, los daneses quedaron dueños del Este y del Norte y Alfredo reinó al sur de la frontera entre Wessex y Danelaw.

Sin la tenacidad de este hombre el destino de Inglaterra no hubiera sido el mismo; transformó el ejército, la justicia y la educación; creó una flota, fortificó ciudades y fundó grandes escuelas para los hijos de los nobles y de los hombres libres y ricos. Tradujo, el mismo, varias obras del latín, para poner la cultura al alcance de todos, y de su reinado proceden las primeras crónicas anglosajonas, en las que , a partir de entonces, quedaron reflejados los principales acontecimientos del reino. Logró liberar Wessex, Sussex y Kent, a oeste del río Lee, gracias a la firma del tratado de Wedmore, tras la derrota danesa de Edington (878). Sus sucesores conquistaron Marcia y Northumbria, y el rey Athelstan (925-940) volvió a ser rey de todas las Bretañas. Durante el largo intervalo de paz, se pudo reorganizar la cultura monástica, desmantelada por los daneses, y se produjo un gradual desarrollo de las tradiciones carolingias, influencia que se advierte en muchas iglesias, por el uso de la pilastra estriada y las ventanas abocinadas. En la pintura, el rápido desarrollo del realismo se prolongó hasta la edad media. Manuscritos y paramentos de altares fueron ejemplo para escultores, que trasladaron a sus bajorrelieves las figuras bizantinas de salterios y el motivo de los ángeles en los basamentos. Muchos de los trabajos realizados en aquella época son buena muestra de la estrecha relación entre artistas ingleses y alemanes y del gradual acercamiento a formas naturales en el arte.

Pero la paz se vio interrumpida de nuevo. Un mal rey, Ethelred, tuvo que empezar a ceder ante la progresiva presión invasora de los daneses. A la muerte de su hijo y heredero, Edmundo de Ironside, el Witan decidió nombrar rey al hermano del rey de Dinamarca, Knut, un joven de 23 años que reinó como "Canuto el Grande". "Todo el país- dicen las crónicas- eligió a Knut y se sometió de buen grado al hombre, jefe del ejército danés, contra el que había luchado intentando resistir la invasión". Canuto convocó, en 1018, una gran asamblea en la que concilió a ingleses y daneses, jurando respetar las leyes y tradiciones anglosajonas. Fue generoso con la Iglesia y llegó a peregrinar a Roma. Convertido al cristianismo, se volvió tan piadoso que colocó la corona sobre el altar mayor de la catedral de Winchester para demostrar que dios es el único rey. A la muerte de su hermano, el rey de Dinamarca, asumió la corona danesa, conquistó Noruega y llegó a recibir homenaje del rey de Escocia. A la muerte de su sucesor, Canuto Hardknud, en 1042, el Witan, ante la lucha por el trono, devolvió la corona a la dinastía sajona en la figura de Eduardo el Confesor (1042-1066).




Eduardo, educado en Normandía, contrajo matrimonio, a pesar de su voto de castidad, con la hija de Godwin, duque de Normandía. Eduardo se rodeó de consejeros normandos y, entre ellos, eligió a Roberto de Jumieges como Arzobispo de Canterbury. Fue dispensado por el Papa de su voto de peregrinar a Roma a cambio de la construcción de la Abadía de Westminster; construyó en las cercanías su palacio y trasladó la corte desde Londres. Eduardo alcanzó, durante su reinado, una gran popularidad entre el pueblo. Fue el último rey anglosajón antes de la conquista normanda y el pueblo convirtió su memoria en el símbolo de la Inglaterra independiente.

Tras su muerte, Harold II, cuñado de Eduardo, reinó escasos meses, pues Guillermo el Bastardo (más tarde, Guillermo el Conquistador), Duque de Normandía, invadió la isla para asegurar su pretendido derecho al trono, aspiración que hizo realidad tras su victoria en la batalla de Hastings (1066). Esto supuso para los ingleses una gran humillación al pasar a depender de los duques normandos, y, para Harold, supuso el final de su breve reinado y de su vida.

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Fragmento del tapiz del siglo XII en el que se detalla la Batalla de Hastings
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No obstante, el concepto germánico de monarquía electiva fue conservado, pues el derecho de elección concernía a la nación y, en su nombre, al Witan, consejo de nobles y prelados; aunque, de hecho, la transmisión de la corona se hizo prácticamente hereditaria.

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Fin de la Primera Parte.
La Historia de Inglaterra.- Segunda Parte
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Indice general:
La Historia de Inglaterra - Primera Parte
Desde el Paleolítico a los Normandos
(Del siglo XXX aC. al XI)
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Del Paleolítico a la Invasión Romana (I)
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De la Invasión Anglosajona a los Normandos (II)
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Segunda parte de la Historia de Inglaterra
De los Normandos a los Windsor.
(Desde el siglo XI al XXI)
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De la Casa de Normandía a la Tudor (III)
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De la Casa Estuardo a la Windsor (y IV)
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A&D
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Correo
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